¿Por qué son importantes los resultados de las
primarias del PSOE?
Para Pedro Sánchez puede que lo sean porque se saca
la espina del Comité Federal del 1 de Octubre pasado, porque ha
recibido el apoyo sincero de un grupo muy importante de compañeros
de partido o porque dichos resultados le permiten (ya veremos) llevar
a cabo las ideas y las políticas en que cree. Al fin y al cabo,
Pedro Sánchez no es más que una persona, un militante, un afiliado
de un partido.
Pero, por ello, no es eso lo más importante.
Lo mportante es que una mayoría de afiliados al
PSOE ha dicho NO. El PSOE, un partido con “mucha historia” y,
precisamente por eso, por ¡tanta historia!, muy condicionado por las
decisiones que sus dirigentes han ido tomando a lo largo de ella, muy
comprometido con los vínculos que su cúpula dirigente ha ido
estableciendo con los estamentos del más alto poder, muy alejada esa
cúpula del sentir de sus bases y muy poco sensible ante los
problemas de la mayoría de la población, ese PSOE, esa clase-élite
dirigente ha visto cómo sus bases, mayoritariamente, se le “han
subido a las barbas”. Se han atrevido a decir NO, quizá
temblorosos, pero lo han hecho.
No sólo han dicho NO a Susana Díaz (ambiciosa
contrastada o tonta útil, si me apuras), sino que han dicho NO a los
“sus padres de la patria”, a los venerados Felipe, Guerra,
Corcuera, Leguina, Zapatero, Rubalcaba, Blanco, Bono, Rodríguez
Ibarra, Chaves, Fernández, Ximo Puig, Fernández Vara, García Page,
Lamban y los ínclitos Madina y Hernando. A todos ellos (¡cuántos
son!), “viejas glorias” o “nuevos aspirantes”, pero todos con
mucho poder, las bases han dicho NO.
Es la dolorosa rebelión de los hijos contra el
padre, contra la autoridad y las estructuras sociales de poder que,
dentro del partido, esos cuantos representan y que tanto les
asfixiaban.
Y, han dicho NO, también, a los demás poderes
fácticos (Íbex 35, Prisa, El País y demás medios vinculados al
poder con todo su ejército de pseudoperiodistas “creadores de
opinión”) que apostaban por un relevo “suave” y controlado en
el partido, que garantizase que las cosas iban a seguir igual.
A todo ese poder, las bases del PSOE, contra todo
pronóstico, con el voto secreto, pero se han enfrentado.
¿Cómo hay que valorar esa rebelión?
No tanto por lo que el triunfo de Pedro Sánchez
vaya a influir en la trayectoria del PSOE (que está por ver) y en la
política general, sino por lo que, en el panorama político general,
esa mayoría de militantes del PSOE representa y el significado que
tiene su rebeldía.
Sin duda que, la rebeldía de las bases del PSOE hay
que inscribirla en el despertar generalizado que, de un tiempo a esta
parte, ha supuesto para la conciencia de la mayoría de la población
el 15-M, movimiento que primero “parió” las Mareas, las Marchas
de la Dignidad, Podemos y las confluencias, y Unidos Podemos y que,
ahora, contamina las, hasta ahora, disciplinadas bases del PSOE. Eso
es lo importante y lo que hay que valorar. Sin optimismos ingenuos,
sin escépticismos, también, pero con objetividad: algo se sigue
moviendo en el panorama político general. Y ese algo camina hacia
una mayor toma de conciencia de la población, que, en cada momento y
lugar, se manifiesta de forma distinta y por organizaciones y
colectivos diversos: ahora le ha tocado al PSOE. Es el movimiento
global lo que importa.
Pero ¡ojo!: dice Freud (quién si no) que el padre
asesinado por la prole acaba por tener más poder, influencia y
autoridad que el padre vivo. Y la razón es que la obediencia que se
le profesa al cadáver está íntimamente asociada al complejo de
culpa. Han sido muchos años de veneración, de idolatría, de
entrega filial, de rutina, también. Libérense los militantes
“rebeldes” del PSOE de toda culpa y reverencia hacia “sus
mayores” y permanezcan atentos: sus “padres”, tan queridos
durante tantos años, y hoy aparentemente muertos, pueden revivir. No
tardarán en echarse las culpas unos a otros de su fracaso y tratarán
de congraciarse con los vencedores. Ningún remordimiento en los
“rebeldes”, ninguna pena que cumplir. Y ¡ojo! que a su hoy
capitán, Pedro Sánchez, habrá que recordarle, permanentemente que
su fuerza se la da la base. No sea que se le olvide y acabe
convirtiéndose en una nueva élite que sustituya a la anterior.
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