No solo los pensionistas, sino
otros muchos hombres y mujeres del conjunto de España venimos admirando, con
alegría, el ejemplo de los pensionistas de Vizcaya en su defensa de las
pensiones. Con euforia, algunos, sorprendidas, otras, con incredulidad, muchos,
recibimos esa muestra de unidad, perseverancia y claridad de ideas mostrada masivamente
por pensionistas, hombres y mujeres, mayores y no tan mayores, a ambas orillas
de la ría, y frente al Ayuntamiento de Bilbao.
Siempre hemos tildado a los
jubilados, con cierto desaire, de fieles votantes del gobierno de turno, sea
cual sea su color, por aquello de que, a su edad y en su situación, la
consideración general era que, si el gobierno era quien les había mantenido,
hasta ahora, la pensión, lo mejor sería que nada cambiase.
Pero todo tiene un límite. El
actual gobierno del PP no ha medido el alcance de sus políticas con respecto a
las pensiones, de sus cambios de opinión, de sus mentiras. Ha confiado, en
exceso, en la fidelidad de los pensionistas, de "los suyos" y de los
no tan suyos, y ahora tiene que pagar las consecuencias.
stá claro que la movilización de
Bilbao no es fruto de un día ni de la espontaneidad de la gente. Detrás de esas
concentraciones hay muchas horas de trabajo, de debate, de organización. Pero,
para quien está acostumbrado a vivir todo tipo de manifestaciones y participar
en múltiples movimientos, lo que sí sorprende son varías cosas: a) en las
multitudinarias concentraciones de Bilbao no se ven pancartas ni banderas, no
se exhiben siglas de organizaciones, se palpa la unidad, no hay voces
discordantes. Y b) En Bilbao, los sindicatos no están convocando a los pensionistas por su cuenta.
Y es que, en concreto, los
sindicatos, UGT y CCOO de Vizcaya han sido conscientes de la situación, y sus
federaciones de jubilados y pensionistas han llamado a sus afiliados a sumarse
a las convocatorias de la Coordinadora en Defensa del Sistema Público de
Pensiones. Toda una muestra de visión sindical, de responsabilidad y de sentido
común que otras federaciones y en otros territorios deberían copiar.
Por supuesto que los sindicatos
son necesarios. Pero en situaciones como la actual, en que salen a la calle
todo tipo de personas afectadas, afiliadas o no a los sindicatos, en que el
movimiento está claramente abierto a la participación de todos, son
precisamente los sindicatos los más pueden aportar al movimiento, los que
cuentan con más experiencia, organización y medios. Y es que ahora no es el
momento de sacar réditos electorales ni de afiliación. Quien piense lo
contrario se equivoca.
La lucha que tenemos entre manos
va a ser larga porque los objetivos por los que luchamos son de mucha
trascendencia. Tiempo habrá para rectificar y amoldar las estrategias en función
de los acontecimientos, y la mejor estrategia será, sin duda, la que intente la
mayor unidad posible.
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