Me resultó muy agudo y
oportuno el recordatorio de que “podemos” puede corresponder, a
la vez, a los verbos poder y podar. Ello me da pie para hacer un
juego de palabras muy sugerente y, a la vez, creo, modestamente, que
determinante, en el debate presente, propiciado por la aparición de
la iniciativa “PODEMOS”, y en torno a lo que necesita la
izquierda y, sobre todo, la gente, para emprender el camino de la
transformación profunda que la actual situación requiere.
Mi esquema es: Para poder
necesitamos podar. Empecemos por podar. Podemos, por tanto. Sólo así
PODREMOS.
Podar es cortar o quitar
las ramas superfluas o enfermas de los árboles, para que
fructifiquen con más vigor, es eliminar ciertas partes o aspectos de
algo, por considerarlos innecesarios o negativos. Los entendidos
dicen, además, que hay que podar en el momento oportuno, mejor en el
cuarto menguante de la luna, y en invierno.
Estamos en un “cuarto
menguante del movimiento. Esto es así, aunque muchos se empeñen en
no reconocerlo. Llevamos varios años ya retrocediendo, aunque el
auge de “las mareas” parezca un cambio de tendencia. Habría que
empezar por desterrar (podar) confundir nuestros deseos con la
realidad. Lo demás será construir castillos en el aire.
Pero la mayoría de la
población no está en situación desesperada. Soy de los que piensan
que desde el poder tienen bien calculado el margen que aún nos queda
para sobrevivir. Es la cruda realidad. Sin ignorar las situaciones
particulares (sin duda, sangrantes), los salarios de los activos,
fijos y precarios, las pensiones de los abuelos, el subsidio de paro
y demás prestaciones sociales, los servicios que todavía nos
quedan, todo ello sumado, da para que el conjunto de la
población sobrevivamos, aunque sea malamente. Quizás eso explique
por qué no se ha producido aún un levantamiento popular
generalizado. También tendremos que desterrar (podar) un excesivo
dramatismo sobre la situación. Porque, si no, aparecerán las
prisas, la necesidad de “no dejar pasar la oportunidad”, de
“adoptar medidas de emergencia”. Y con prisas no construiremos
nada sólido. Y caeremos en la tentación del electoralismo puro y
duro, y en el oportunismo más descarado.
¿Por qué la aparición
de PODEMOS está levantando ampollas en varios sectores de la
izquierda, sobre todo, en la izquierda electoral? Fundamentalmente
porque el espacio electoral es limitado y el avance de unos es
siempre a costa de otros. De ahí que esa unidad de la izquierda, por
la que tanto se suspira, devenga siempre en pura ilusión y en la
frustración de muchos.
Pero, ¿no hay más campo
para hacer política que el electoral? La historia, también la más
reciente, demuestra que sí. No es el debate excluyente entre
movimientos e instituciones el centro de la cuestión.
El debate se debe centrar
en si somos capaces de hacer política a partir de las necesidades y
aspiraciones de la mayoría de la gente, o nos empeñamos en seguir
con nuestra práctica autista de ponernos las orejeras y tirar para
delante, sin preocuparnos más que por la pureza de nuestro discurso,
o por el número de votos que podamos sustraer de una población
angustiada por llegar a fin de mes, y sin un mínimo de respiro para
saber realmente lo que quiere, lo que la beneficia o la perjudica.
Más que buscar la unidad entre las izquierdas, lo prioritario es
construir la unidad con la gran masa apolítica que sufre, sin saber
muy bien el porqué de sus sufrimientos.
Tradicionalmente, también
la izquierda, nos erigimos, ante la gente, en intérpretes de la
realidad, de “su” realidad. Les decimos lo que está bien y lo
que está mal, lo que les conviene y lo que les perjudica... les
tratamos como menores de edad. Decimos saber de ellos más que ellos
mismos. Y, en mi opinión, es la razón fundamental por la que no
confían en nosotros. Es aquí donde se debe producir el cambio
radical. Sin convencer a una mayoría no hay transformación
profunda posible.
Pero, además, muchas de
las críticas que puede estar recibiendo PODEMOS, podíamos decir
que, se las ha ganado a pulso, con todos los respetos. Y no por usar
un “lenguaje nuevo”, sino por abusar de palabrería, por no
llamar a las cosas por su nombre, por intentar regalar los oídos de
mucha gente, por ser más, sin más, y a costa de lo que sea, de
ignorar o dejar de lado las realidades más sangrantes o pasar de
puntillas sobre ellas, por NO exigir, en realidad, cambios profundos.
Falta democracia política, “no nos representan”. Pero, sobre
todo, falta democracia económica. Y, aquí es donde PODEMOS flaquea.
Llama la atención ver cómo en su Manifiesto pasa de largo sobre un
aspecto tan sangrante como el paro, por poner un ejemplo, y apuesta
sólo por un indefinido “cambio de modelo productivo” ¿Olvida
PODEMOS que ese 90% lo componen básicamente asalariados, con o sin
mono azul, pero asalariados explotados?
“Convertir la
indignación en cambio político” puede traer cambio-de-políticos
pero, no necesariamente, cambio de política. Jugar con las emociones
de la gente, sin que avancen en conciencia, puede resultar arriesgado
y peligrosamente manipulador... pero “concienciar a la gente es muy
lento”... y hasta “imposible”... estando como están ebrios de
consumismo..., sobre todo si se emplea únicamente la retórica.
Las tijeras de podar
deben actuar, sobre todo, dentro de la propia casa. Podar la
desigualdad, los privilegios de los ricos y de la llamada “casta
política”, muchos lo hacemos a diario. Mirar para dentro,
desnudarnos ante la gente, sin flagelarnos, para aprender (y que
aprendan) de nuestros errores, ¡eso sí que es urgente! para que la
gente crea en nosotros. ¿Cuándo vamos a empezar a hacerlo?
Elaboremos la lista de nuestras miserias, pongámosla negro sobre
blanco, para que se vea bien claro de qué hablamos, cuando decimos
promover una forma nueva de hacer política. Y cuál es nuestro
compromiso con ella. Digamos concretamente qué es lo que no queremos
hacer para, a continuación , construir, entre todos, lo que
queremos. Y hablemos claro, llamemos a las cosas por su nombre, sin
ambigüedades, por aquello de que es fácil engañar muchas veces a
unos pocos, pero es imposible engañar siempre a la mayoría.
Pongámonos a trabajar, aunque no lleguemos a tiempo para las
europeas.
Si no podamos primero no
podremos después. ¡Podemos ya!