martes, 30 de septiembre de 2014

SEÑOR DIEGO: EXPROPIE SNIACE

Sí, no se quede a medias tintas. No se contente con pedir “lo que parece razonable”: que la dirección de Sniace desvele sus planes, que descubra a los posibles inversores y, por supuesto, que se autoflagele, declarándose única responsable de la situación de la empresa. No fuerce sólo la dimisión del actual Consejo de Administración, del que forma parte un compañero de su partido. No se conforme con quitar de en medio a Blas Mezquita. Se lo dice una de las personas más críticas con la gestión de este señor. No. Expropie. Hágase con la propiedad de la empresa y déjela en manos de sus trabajadores. Al fin y al cabo son los que han demostrado, en toda la historia de Sniace, que son capaces, con su trabajo, de mantener viva la empresa. Y, por supuesto, no caiga en la tentación de brindársela a cualquier amiguete para que haga el negocio del siglo.

En todo esto, algunos le apoyaríamos fervorosamente. No creo, sin embargo, que le pidan tanto los dirigentes de USO. Al menos, no les hemos oído hablar nunca en ese sentido.

Pero no. No es eso lo que le pide su corazón, no se lo permite su forma de pensar. Tampoco las leyes que su partido promulga y Ud. fervientemente defiende.

Pero, además, no es este el momento de perdirle todo eso. Ud. lo sabe y sus asesores también.

Sniace está en concurso de acreedores. Y todo eso, que a Ud. le parece razonable pedir, se lo van a exigir los administradores concursales, los acreedores, el Juez de lo Mercantil que ve el concurso y los posibles inversores. Incluido el acuerdo con los trabajadores. Y se lo van a exigir sin miramientos, con mucho más detalle de lo que USO y sus asesores lo harían. La pela es la pela. Y no están los tiempos para alegrías derrochadoras. Es más, en tiempos normales, el representante de USO en el Comité nunca ha pedido garantías especiales para firmar todo lo que le han puesto delante. ¿Considera que es este el momento para ponerse exquisito? Otros tiempos llegarán en que los demás nos pongamos más que exquisitos.

Ud. es consciente de que, si fuese posible que una empresa se quedara sin representación legal, en situación de concurso, iría directamente a liquidación, y sus trabajadores automáticamente a la calle. Ni contratos, ni empleo, ni posibles jubilaciones anticipadas quedarían en pie. Y eso sería lo contrario de lo que Ud. machaconamente repite y que nosotros apoyamos: la defensa de los puestos de trabajo. Haría un gran favor a los trabajadores y trabajadoras de Sniace, y a Torrelavega en general, si les hace ver a los dirigentes de USO que, con la actitud cerrada que mantienen (y que Ud. considera razonable), están poniendo en riesgo el mantenimiento de esos empleos. Hágalo que, además, hay unas elecciones cerca.

Ud. conoce perfectamente que la posibilidad de que los trabajadores de Sniace sean readmitidos pasa porque empresa y Comité lleguen a un acuerdo y lo presenten ante la Audiencia Nacional. Ud. sabe que ha costado mucho llegar a ese acuerdo, bueno para algunos, aceptable para otros y, seguro que, malo para todos. Pero el acuerdo ha llegado, cuando la mayoría ya había perdido la esperanza.

Comprendo que salga Ud. echando un capote a los dirigentes de USO. Dicen (yo no lo sé) que es el pago a no se sabe qué servicios prestados. Nadie como ellos, ciertamente, ha ejercido de palmero como lo han hecho cada vez que Ud. ha abierto la boca. Quizá se percate de que pueden ser estos los últimos minutos de gloria de USO en el asunto de Sniace y quiera salvar lo insalvable. Porque oponerse, por razones políticas, a que medio millar de trabajadores despedidos sean readmitidos, es lo último que puede hacer un sindicato que se precie de tal.

Haga un último esfuerzo en este asunto y se lo agradeceremos todos.


Atentamente le saluda alguien que no tiene ningún interés directo en Sniace, pero que mira por Torrelavega.

CONSTRUIR SOBRE LO VIEJO NO ES FÁCIL

Hace días puse sobre la mesa una propuesta o, más bien, una sugerencia, que ha recibido apoyos y también críticas, lo cual es natural en estos tiempos.

Asistimos a un debate general, que viene desde la explosión del 15M, y que, una vez ha tomado este movimiento forma política en Podemos, se concreta, ahora, según parece, en la necesidad o no, para la izquierda, de que converjan Podemos e IU, o de si el PSOE estaría dispuesto a pactar con Podemos, después de las elecciones, o si Podemos, en pleno proceso de autodefinición, debe seguir fielmente “su filosofía” o dejarse querer, aceptando proposiciones “deshonestas” que le puedan venir desde fuera. Como si no hubiera otras alternativas. Se podrían concretar más todas estas variantes, pero no es este el momento ni el lugar para hacerlo. Lo que sí es cierto es que el debate está influyendo en todos, de tal manera que, hasta en el PP, surgen voces que se apuntan al banquete de las elecciones primarias abiertas o cosas por el estilo, cuando parecía que este partido, con la prepotencia de su mayoría absoluta, se iba a mantener al margen de la discusión. Está claro que la proximidad de las elecciones hace dudar hasta al más pintado.

Ahora bien, que duden los que tienen mucho que perder es comprensible. Pero no tanto en quienes tienen tanto que ganar. Y, en esta ocasión, parece que es mucho.

Existe una gran mayoría descontenta con la forma en que, hasta ahora, se han gestionado sus problemas, y que alberga la esperanza de que las cosas cambien. Y también un grupo, cada vez más numeroso, de gente que está reclamando poder participar en la solución de los mismos, o sea que quiere participar en política. El reto que tenemos delante es poner de acuerdo a los que quieren participar con los que quieren que las cosas cambien. Y que hay que hacerlo sobre bases nuevas parece evidente.

Dejar de lado, en Torrelavega, los enfrentamientos entre Marcano y Blanca Rosa, entre ésta y Toca, entre éste y Aguirre, entre éste y Lidia, entre Lidia y Blanca, y la previsible lucha electoral que se avecina entre aspirantes en el PSOE; dejar de lado el desacuerdo entre Ildefonso y Peón, o los que no han salido a la luz en el PRC (pero que existen) no parece fácil, porque esos enfrentamientos han obligado a muchos y muchas a tomar partido, y cuesta volverse atrás. Y hay mucho desencantado entre los militantes de esos partidos. Y es hasta comprensible, siendo estos partidos los que han tenido el poder en sus manos, se han beneficiado de ello, y son los responsables del descontento existente. Pero, en definitiva, son cuidados del milano. Que sus problemas se los ventilen ellos. A nosotros no nos deberá afectar.

Lo que es menos comprensible es que, quienes no han tenido ese poder, se resistan o permanezcan dubitativos a la hora de buscar nuevas formas de hacer política que sirvan para dar expresión a ese descontento general que existe. Porque las formas tradicionales las rechaza ya mucha gente.

Puede que sea cierto que lo nuevo, por ser nuevo, no sirva del todo para lograr ese cambio. Es posible, incluso que, quienes buscan ese cambio se equivoquen. Es probable que ese cambio no se logre de una sola vez. Y, seguro que hay cosas “viejas” que deberemos seguir usando. Pero será sobre otras bases. Lo que mucha gente rechaza es que, una vez más, se le pida la adhesión incondicional a algo en lo que no ha participado.

Los pactos entre organizaciones se convierten siempre en un trapicheo de puestos, negociados en despachos. Las coordinadoras o plataformas desembocan siempre en sopas de siglas que aparentan más fuerza de la que realmente tienen. Reservarse para posibles pactos postelectorales es mantener la esperanza de que unos resultados favorables permitirán, a cada parte, imponer sus condiciones. Y eso, sin mencionar las luchas internas por aparecer más arriba en las listas del propio partido. Esas formas de buscar la unión y la fuerza están ya muy desgastadas. Contra esas formas, por tanto, hay que pelear.

Por tanto, avanzar, hoy, pasa, en primer lugar, por conseguir que participe, en la definición de lo que queremos construir, toda esa gente que está reclamando que la dejen participar y que no está en las organizaciones. Y que participen desde el principio. Y también, por qué no, esa otra gente que viene demostrando su generosidad con un trabajo serio y desinteresado, en su propia organización, pero que hoy está desencantada. Para eso es importante que las organizaciones apoyen y llamen a sus afiliados a que participen.

Pero, sobre todo, pasa por preguntar, antes de nada, a la mayoría de los descontentos, si quiere que intentemos algo nuevo. Porque, de no ser así, si no despertamos grandes expectativas, el avance que consigamos será poco significativo.

Entiendo que, electoralmente, esto debiera traducirse en una lista única. Una lista compuesta por personas, independientemente de que pertenezcan o no a organizaciones. Una lista que nazca con el aval de mucha gente. Una lista elaborada por elección popular. Los métodos para conseguir esto estarían por definir. Las tan manoseadas primarias exigen alguna concreción. De cualquier manera, existen, al día de hoy, bastantes iniciativas, de cuya experiencia podremos aprender. Hay mucho de lo que hablar.

Y, por supuesto, el programa. Un movimiento así se distinguirá por lo que reivindique, por lo que se moje en escuchar las demandas de la gran mayoría que son los asalariados, los parados, los jubilados, las mujeres, los jóvenes, los dependientes. Y porque ofrezca cauces para que esa mayoría se exprese, organice y luche por lo que es justo, de tal manera que sean las propias personas afectadas las artífices de la solución de sus problemas.

Decía en mi inicial propuesta que unas cuantas organizaciones deberían sentirse concernidas por la misma. Es un decir. Ante todo, respeto todos los planteamientos. Entiendo que, en estos momentos, mucha gente está pendiente de lo que esas organizaciones digan y hagan. Y espera que sean coherentes. Lo que sí debería quedar claro, entiendo yo, es que, las organizaciones que apoyen un movimiento así, lo harían a través de la participación de sus miembros, a nivel personal. Cada persona un voto. No caben aquí los votos ponderados, en base a la supuesta o aparente fuerza que cada organización ostente y quiera hacer valer.

Con todo, son opiniones personales que defenderé si nos sentamos a debatir sobre el terreno. Reitero que mi decisión es no ser candidato y menos aún liderar el movimiento. Sólo doy el primer paso para que el movimiento se ponga en marcha y aporto ideas. Y aportaré trabajo desde la segunda fila.



jueves, 4 de septiembre de 2014

PONGÁMOSNOS MANOS A LA OBRA

Hay quien está basando toda su estrategia sobre el hecho de que vivimos un momento de auténtica emergencia social. Que se nos ha abierto una puerta. Y que no podemos dejar pasar la oportunidad de atravesarla.

Nadie niega que el panorama político está revuelto y que los partidos tradicionales buscan, a toda costa, no perder comba. Y que los minoritarios de izquierda sólo hablan de unidad. Es cierto que se nos presenta la mejor ocasión, desde hace mucho tiempo, para quienes estamos empeñados en cambiar profundamente las cosas. Pero, de ahí, a que sea esta la única y última oportunidad para intentarlo, va mucho trecho. Y, más aún, si lo que pretendemos es ganar la guerra y no sólo alguna batalla.

No quiere esto decir que no podamos contemplar el panorama con ilusión, porque una oportunidad como la actual, la mayoría ni la ha vivido ni siquiera ha soñado con encontrársela. Pero la ilusión no basta para cambiar las cosas.

Una mayoría de gente repite que la política tradicional no sirve paras solucionar los problemas que tenemos, y reniega de que los partidos mayoritarios y los sindicatos oficiales se empeñen en que su situación de privilegio no cambie. Y no es que esos partidos y sindicatos sirvan o no, sino que es su forma de hacer política la que no sirve, fundamentalmente, por una cosa, y es que la gente no confía en ellos.

Y, por eso, se han puesto en marcha cantidad de movimientos, con objetivos concretos, distintos, pero con un denominador común: la gente busca solución a sus problemas por ella misma, la busca directamente, sin esperar a que nadie se la consiga y, menos aún, que lo hagan quienes, hasta ahora, prometían y prometían, y decían estar ahí para, precisamente, encontrar esas soluciones y que, sin embargo, no han hecho nada por conseguirlo.

Desconfianza en la política de las promesas y la palabrería, ilusión, y protagonismo de la gente, son, sumados, los elementos que conforman la situación actual, que podemos calificar de oportunidad, grande o pequeña (aunque no la última), y que no podemos permitirnos el lujo de dejar pasar.

Pero también, dentro de este panorama, corremos el peligro de sustituir una palabrería por otra. Y, por eso, debemos exigir y exigirnos la mayor coherencia posible, de forma que no nos engañen, no nos engañemos, y no engañemos a nadie, y echemos por tierra la ilusión y la esperanza despertadas en tanta gente. Es el momento de demostrar, con hechos, la verdad de nuestras palabras.

Decía, hace unos días, que debíamos ponernos en marcha ya. Que las próximas elecciones son una oportunidad para avanzar por nuevos derroteros, para organizarnos, y para sumar amplias mayorías, algo con lo que muchos decimos estar de acuerdo. Pues ha llegado la hora de hacer propuestas concretas.

Me centro en Torrelavega porque, en este municipio, existe una larga trayectoria de movimientos alternativos y de iniciativas electorales populares, y porque puede servir de paradigma, en Cantabria y en otros puntos del país, para ese movimiento de unidad que todos decimos querer poner en marcha. Existe en Torrelavega un movimiento municipalista popular e independiente, contamos con un movimiento obrero de rica y larga historia, existe sindicalismo combativo, existe movimiento vecinal de probada experiencia en luchas y trabajo, existe tradición de movimientos sociales de todo tipo... hay madera para construir ese bloque amplio, necesario para empezar a cambiar muchas cosas. Sólo falta ponernos de acuerdo sobre los pasos a seguir.

No se trata de inventar nada y tampoco de copiar todo lo que estén haciendo en otros sitios. Afortunadamente se están poniendo en marcha iniciativas, en muchos sitios, de las que podremos aprender.

Con la libertad que me proporciona no pertenecer a ninguna formación política, ni ostentar ningún cargo en organización alguna, con la responsabilidad que creo haber demostrado, con mayor o menor acierto, en defensa de los trabajadores y trabajadoras y, en general, de los más desfavorecidos, y además de dejar claro, desde ahora mismo, que tengo absolutamente decidido no formar parte de ninguna lista electoral, sí me permitiré hacer propuestas, y estoy dispuesto a trabajar por ellas. Por supuesto que sigo afiliado al Sindicato Unitario pero, en esto, actúo a nivel personal.

Y, con la misma libertad, me permitiré, convocar a una primera reunión (y que, por mi parte, será la última), en la que podamos empezar a hablar y organizarnos.

Sobre la base de no contentarnos con participar en las elecciones, sino que pretendemos algo más amplio que la mera presencia en las instituciones, el objetivo inmediato sería empezar a conversar para llegar a un acuerdo sobre un diagnóstico y un programa mínimo, sobre una única lista electoral, y sobre la constitución de una asamblea de debate, decisión y control de los representantes electos, como forma de desarrollar la acción política. Sobre en qué puntos de programa nos pongamos de acuerdo, cómo llegar a esa lista, si buscar o no el aval previo de una amplia mayoría, cómo conformar la asamblea, hasta qué punto va a ser abierta, cómo deberá funcionar, etc. serán cosas que tendremos que dilucidar entre todos y desde el principio.

Dos cuestiones, sin embargo, sugiero, que deberíamos establecer de antemano y que revelarían claramente el carácter de la nueva candidatura: Primera, los representantes electos de esa candidatura no apoyarán, bajo ninguna condición, ni en ningún caso, el nombramiento de alcalde de candidatos del PP, PSOE o PRC, ni formarán parte de ningún gobierno municipal o pacto de gobernabilidad con dichos partidos. Y, segunda, todos los candidatos firmarán previamente, sin fecha de ejecución, la renuncia a su cargo, resulten o no elegidos, de forma que puedan ser efectivamente revocados si la asamblea lo considera justo y conveniente, de acuerdo con los principios que la propia asamblea establezca.

Avanzar y comprometerse en torno a esta propuesta u otra parecida, entiendo, concierne , en Torrelavega (si somos coherentes), a ACPT, PODEMOS, Izquierda Unida, PCPE, UGT, CCOO, Intersindical Cántabra, STEC, Sindicato Unitario, Sindicato Ferroviario, CUOS, Unión Vecinal, Asociaciones de Vecinos, PAH, Plataforma contra el Fracking, Cantabria No Se Vende, Centros Sociales, Asociaciones culturales y ciudadanas de todo tipo... y todas aquellas personas de buena voluntad que quieran arrimar el hombro para poner en pie y llevar adelante semejante empresa. A todos ellos me dirigiré para invitarles a una primera toma de contacto.

Efectivamente, hay madera para ilusionarse.