Llevamos meses soportando
que “nos acusen” de haber promovido el “O Todos o Ninguno”,
en el tema Sniace.
Quienes eso nos achacan
consideran que nuestra postura no sólo es romántica, utópica,
fuera de la realidad, sino que, además, es perjudicial, por aquello
de que más vale el mal menor que el mal de todos. Y que, en todo
caso el “O todos o ninguno” es fruto de un idealismo que no
conduce a nada.
Lo primero que hay que
decir es que la postura mantenida en el mes de Setiembre pasado por
los trabajadores y trabajadoras de Sniace no sólo fue apoyada por el
Sindicato Unitario, sino también por la gran mayoría del Comité, y
que obtuvo el respaldo unánime de los trabajadores y trabajadoras
afectados que no son menores de edad.
Lo segundo es que lo que
se rechazaba era el despido de doscientos ocho compañeros y
compañeras. Porque jubilaciones sin dinero son equivalentes a
despidos. Y porque, además, una parte ni siquiera podía pensar en
jubilarse, sino que iba a quedar en la calle sí o sí. ¿Defender a
estos compañeros y compañeras es romanticismo?
Pero es fácil darle la
vuelta al tema.
A lo largo de la
negociación, el Comité dejó claro que, a la vista de la situación,
estaba dispuesto a hablar de reducción de plantilla y de ajuste
salarial, aunque nunca de despidos. Todo se podía discutir si no se
ponían sobre la mesa los principios dogmáticos de cada parte y se
discutía sobre números y realidades prácticas y objetivas. Pero no
fue posible. El que no quedase nadie desamparado defendido por el
Comité se encontró enfrente con un inflexible “O alguno o nada”
de la empresa. Tenía que haber despidos, por encima de todo.
Han pasado los meses,
hemos vuelto a conversar. Hemos demostrado a la empresa que hay
fórmulas para evitar despidos que permiten, a la vez, encajar el que
no haya despidos con los números que la empresa plantea necesarios
para que Sniace, no sólo pueda superar el concurso de acreedores en
que se haya inmersa, sino que tenga viabilidad futura. Pero,
claramente, nos hemos encontrado con el mismo escollo: la empresa no
se conforma con ahorrar en salarios, quiere eliminar personas.
Su postura ni es
romántica ni está fuera de la realidad. Tiene todo a su favor, las
leyes, los tribunales, los administradores concursales, lo que hacen
los demás empresarios a su alrededor, la resignación de muchos
trabajadores y trabajadoras... y, sobre todo, la propiedad, es la
dueña, puede imponer sus dogmas y principios... si les dejamos.
De momento, ahí están
los trabajadores y trabajadoras, contra todos y contra sí mismos,
porque el encierro les machaca, sí pero, al mismo tiempo, les une,
les da fuerza, les da esperanza, y ésta es lo último que se tiene
que perder.
Torrelavega, 17 de Abril
de 2014.