Como todos los veranos,
una cortina de humo, en forma de falso debate político, trata de
distraernos de lo que verdaderamente nos preocupa a la mayoría de la
población. En esta ocasión, es el debate sobre la intención del PP
de cambiar la Ley Electoral.
El debate es falso porque
no se trata de hacer más democrático el actual sistema electoral,
sino de una descarada lucha por el poder.
El PP porque sólo trata
de blindarse para no perder el gobierno de algunos ayuntamientos
importantes. El PSOE e IU porque esperan recuperarlo en algunos que
perdieron, o porque aspiran a alcanzar otros nuevos, mediante pactos
de gobierno, después de las votaciones. De ahí la ambigüedad real
que manifiesta el PSOE que, bajo la apariencia de una rotunda
oposición actual, sólo pretende aprovechar el previsible declive
del PP, en unas próximas elecciones, para, después, sí, entrar en
negociaciones. No olvidemos que ya el PSOE había planteado una
reforma parecida, hace unos años, y que su principal argumento ahora
es que “no es este el momento”. ¿Lo será después?
PP y PSOE, en realidad,
luchan por el mismo objetivo: salvar su dominio, hasta ahora
mayoritario, sobre las instituciones políticas de este país. IU y
UpyD porque aspiran a ser la llave para formar coaliciones de
gobierno. Y los nacionalistas porque sólo quieren que “les dejen
como están”, que no les toquen su actual status, allí donde
gobiernan.
Mientras tanto,
enzarzados en ese falso debate, nadie denuncia lo que realmente nos
afecta a los trabajadores, nadie pone en solfa la propaganda del PP
sobre lo “bien que va la economía”, la macroeconomía, la gran
economía o, lo que es lo mismo, la economía de los grandes, cuando
la economía de los pequeños, la economía del día a día de la
mayoría de la población sigue deteriorándose. Se nos venden, como
grandes logros, los avances de décimas o centésimas en el
crecimiento, sin descubrir que esas décimas se traducen en decenas
de miles de millones que, cada año , pierden los trabajadores, y que
pasan a los bolsillos del capital. Así crece su economía. Partidos
y sindicatos debaten, todos los meses, sobre los datos del paro, que
si son positivos, que si son estacionales, que si son empleos de baja
calidad, cuando lo que es indiscutible es que el conjunto de los
trabajadores y trabajadoras, año tras año, perdemos parte de la
tarta de la riqueza que producimos, en beneficio de quienes nos
explotan. Y esto, que es el fondo de la cuestión, pasa
desapercibido.
Es cierto que con unas
elecciones sólo se puede ganar el gobierno y no el poder. Para tener
el poder real, el poder económico y también político, y cambiar,
de verdad, las cosas, hace falta que una mayoría de la población se
organice para conseguirlo y no se contente con ir a votar cada cuatro
años. Pero obtener representación política y legal, mediante las
elecciones, puede contribuir a que esa mayoría tome conciencia,
participe y se organice.
Por eso, pase lo que pase
con ese falso debate electoral, los trabajadores y trabajadoras, las
organizaciones y colectivos, los movimientos sociales y los
ciudadanos en general no pueden, no podemos dormirnos en los
laureles, esperando a que acabe el debate, y ponernos luego a
trabajar. Desde ahora, quienes luchamos por cambiar a fondo las
cosas, debemos ponernos en marcha para conseguir formar un frente, lo
más amplio posible, empezando por cada ayuntamiento, conscientes de
que no vamos a cambiarlas de golpe, pero convencidos de que podemos
lograr que la gente despierte del letargo, sea consciente de cuál es
su realidad, y se ponga en marcha.