sábado, 18 de octubre de 2014

PROMOCIÓN DEL FRAUDE TURÍSTICO

No hace mucho estábamos en Fuente De, en la terraza, junto a la terminal inferior del Teleférico, y empezó a llegar, a nuestro lado, un grupo de jubilados que acababa de bajar y se agrupaba con otros compañeros del grupo que se habían quedado abajo, y que les preguntaban: ¿Qué tal? Mal contestaban. Venimos muertos de frío. Arriba había niebla espesa. Sorprenderse no podían haberse sorprendido, porque desde abajo se podía contemplar cómo la cabina se perdía, al subir, en un mar de nubes. Pero venían en una excursión desde Murcia, y nadie les había prevenido de que podían encontrarse con un panorama tal. Había que subir el teleférico. Entraba en el paquete que habían pagado y su frustración era grande.

Hace unos dos meses, subimos al Valdecebollas, próximo a la divisoria entre Palencia y Cantabria. Dejamos los coches junto al esperpéntico Refugio de El Golobar, esperpéntico porque es un “gigante turístico” inacabado, que amenaza ruina y que le han tenido que tapiar las puertas y ventanas para evitar que entre alguien y se accidente. Creo que el proyecto se financió con dinero público... mientras alcanzó el presupuesto.

¿A qué viene todo esto?

Hemos subido seis veces, creo, a Castro Valnera y en sólo dos hemos podido contemplar el panorama. En las demás la niebla nos lo impidió. Realmente, desde Santander, su mole es espectacular y “nos llama” a verlo de cerca. Es una cumbre mítica. Pero, una vez allí, la suerte puede que no nos acompañe. Y estoy hablando de verano, porque, en invierno, otoño e, incluso, primavera, el frío y la humedad suelen ser intensos.

Digo todo esto porque supongo que los “tropecientosmil” inversores interesados, según Diego, en el proyecto que su Gobierno promociona, se habrán informado y serán conscientes de que la climatología del lugar no es la más propicia para ese tipo de desarrollo turístico. Es cierto que, después, una intensa campaña de promoción podrá atraer a toda una caravana de jubilados, como aquellos de Murcia, y su frustración será grande. Pero no importa. El negocio es el negocio, la inversión es la inversión. Pero el fraude es el fraude. Y no digamos nada de la tan cacareada creación de empleo. Que se lo digan a los vecinos de Brañosera que esperaron ilusionados tener un puesto de trabajo en el Golobar.

No obstante, a ese teleférico hay alternativas. Mejorar un poco la pista ya existente, que parte del km.12 del Puerto de Estacas de Trueba, puede ofrecer una variante mucho más barata y, por supuesto más saludable: una senda de apenas un kilómetro, con un desnivel del 10%, para recorrer a pie, y llegar a Peñallana, el mismo lugar que el previsto para situar la terminal superior del teleférico. Sólo habría que hacer un aparcamiento donde arranca la variante y algunos pequeños miradores salteados, a lo largo del trayecto. Por supuesto que las vistas que ofrece el lugar son espectaculares... cuando no hay niebla. La misma ascensión por la carretera ya ofrece un panorama impresionante, digno de pararse a contemplar. La Vega de Pas recogería todo el beneficio económico producido por el atractivo turístico, máxime cuando la niebla impida a las jubilados de Murcia completar su excursión con la visita al alto de Peñallana, incluido en el paquete que “les habrán vendido”. Una vez llegados hasta aquí, seguro que mitigarán su frustración haciendo gasto en los establecimientos de La Vega.


Aclaro que, quienes andamos por esos andurriales, no somos montañeros avezados, sino un grupo de jubilados y jubiladas animosos, que nos demostramos a nosotros mismos que, sin grandes esfuerzos, podemos disfrutar de la Naturaleza, en estado puro, con poco gasto y con muy buenos resultados. Y que somos conscientes de nuestros límites, que no nos gusta que nos lleven en parihuelas a donde no podemos llegar por nosotros mismos. Y menos, que nos lleven engañados. Hay, en Cantabria, mucha “Montaña Fácil” (así se llama el blog de nuestro grupo) con la que poder disfrutar por uno mismo. La mejor promoción será una abundante y buena información.   

martes, 30 de septiembre de 2014

SEÑOR DIEGO: EXPROPIE SNIACE

Sí, no se quede a medias tintas. No se contente con pedir “lo que parece razonable”: que la dirección de Sniace desvele sus planes, que descubra a los posibles inversores y, por supuesto, que se autoflagele, declarándose única responsable de la situación de la empresa. No fuerce sólo la dimisión del actual Consejo de Administración, del que forma parte un compañero de su partido. No se conforme con quitar de en medio a Blas Mezquita. Se lo dice una de las personas más críticas con la gestión de este señor. No. Expropie. Hágase con la propiedad de la empresa y déjela en manos de sus trabajadores. Al fin y al cabo son los que han demostrado, en toda la historia de Sniace, que son capaces, con su trabajo, de mantener viva la empresa. Y, por supuesto, no caiga en la tentación de brindársela a cualquier amiguete para que haga el negocio del siglo.

En todo esto, algunos le apoyaríamos fervorosamente. No creo, sin embargo, que le pidan tanto los dirigentes de USO. Al menos, no les hemos oído hablar nunca en ese sentido.

Pero no. No es eso lo que le pide su corazón, no se lo permite su forma de pensar. Tampoco las leyes que su partido promulga y Ud. fervientemente defiende.

Pero, además, no es este el momento de perdirle todo eso. Ud. lo sabe y sus asesores también.

Sniace está en concurso de acreedores. Y todo eso, que a Ud. le parece razonable pedir, se lo van a exigir los administradores concursales, los acreedores, el Juez de lo Mercantil que ve el concurso y los posibles inversores. Incluido el acuerdo con los trabajadores. Y se lo van a exigir sin miramientos, con mucho más detalle de lo que USO y sus asesores lo harían. La pela es la pela. Y no están los tiempos para alegrías derrochadoras. Es más, en tiempos normales, el representante de USO en el Comité nunca ha pedido garantías especiales para firmar todo lo que le han puesto delante. ¿Considera que es este el momento para ponerse exquisito? Otros tiempos llegarán en que los demás nos pongamos más que exquisitos.

Ud. es consciente de que, si fuese posible que una empresa se quedara sin representación legal, en situación de concurso, iría directamente a liquidación, y sus trabajadores automáticamente a la calle. Ni contratos, ni empleo, ni posibles jubilaciones anticipadas quedarían en pie. Y eso sería lo contrario de lo que Ud. machaconamente repite y que nosotros apoyamos: la defensa de los puestos de trabajo. Haría un gran favor a los trabajadores y trabajadoras de Sniace, y a Torrelavega en general, si les hace ver a los dirigentes de USO que, con la actitud cerrada que mantienen (y que Ud. considera razonable), están poniendo en riesgo el mantenimiento de esos empleos. Hágalo que, además, hay unas elecciones cerca.

Ud. conoce perfectamente que la posibilidad de que los trabajadores de Sniace sean readmitidos pasa porque empresa y Comité lleguen a un acuerdo y lo presenten ante la Audiencia Nacional. Ud. sabe que ha costado mucho llegar a ese acuerdo, bueno para algunos, aceptable para otros y, seguro que, malo para todos. Pero el acuerdo ha llegado, cuando la mayoría ya había perdido la esperanza.

Comprendo que salga Ud. echando un capote a los dirigentes de USO. Dicen (yo no lo sé) que es el pago a no se sabe qué servicios prestados. Nadie como ellos, ciertamente, ha ejercido de palmero como lo han hecho cada vez que Ud. ha abierto la boca. Quizá se percate de que pueden ser estos los últimos minutos de gloria de USO en el asunto de Sniace y quiera salvar lo insalvable. Porque oponerse, por razones políticas, a que medio millar de trabajadores despedidos sean readmitidos, es lo último que puede hacer un sindicato que se precie de tal.

Haga un último esfuerzo en este asunto y se lo agradeceremos todos.


Atentamente le saluda alguien que no tiene ningún interés directo en Sniace, pero que mira por Torrelavega.

CONSTRUIR SOBRE LO VIEJO NO ES FÁCIL

Hace días puse sobre la mesa una propuesta o, más bien, una sugerencia, que ha recibido apoyos y también críticas, lo cual es natural en estos tiempos.

Asistimos a un debate general, que viene desde la explosión del 15M, y que, una vez ha tomado este movimiento forma política en Podemos, se concreta, ahora, según parece, en la necesidad o no, para la izquierda, de que converjan Podemos e IU, o de si el PSOE estaría dispuesto a pactar con Podemos, después de las elecciones, o si Podemos, en pleno proceso de autodefinición, debe seguir fielmente “su filosofía” o dejarse querer, aceptando proposiciones “deshonestas” que le puedan venir desde fuera. Como si no hubiera otras alternativas. Se podrían concretar más todas estas variantes, pero no es este el momento ni el lugar para hacerlo. Lo que sí es cierto es que el debate está influyendo en todos, de tal manera que, hasta en el PP, surgen voces que se apuntan al banquete de las elecciones primarias abiertas o cosas por el estilo, cuando parecía que este partido, con la prepotencia de su mayoría absoluta, se iba a mantener al margen de la discusión. Está claro que la proximidad de las elecciones hace dudar hasta al más pintado.

Ahora bien, que duden los que tienen mucho que perder es comprensible. Pero no tanto en quienes tienen tanto que ganar. Y, en esta ocasión, parece que es mucho.

Existe una gran mayoría descontenta con la forma en que, hasta ahora, se han gestionado sus problemas, y que alberga la esperanza de que las cosas cambien. Y también un grupo, cada vez más numeroso, de gente que está reclamando poder participar en la solución de los mismos, o sea que quiere participar en política. El reto que tenemos delante es poner de acuerdo a los que quieren participar con los que quieren que las cosas cambien. Y que hay que hacerlo sobre bases nuevas parece evidente.

Dejar de lado, en Torrelavega, los enfrentamientos entre Marcano y Blanca Rosa, entre ésta y Toca, entre éste y Aguirre, entre éste y Lidia, entre Lidia y Blanca, y la previsible lucha electoral que se avecina entre aspirantes en el PSOE; dejar de lado el desacuerdo entre Ildefonso y Peón, o los que no han salido a la luz en el PRC (pero que existen) no parece fácil, porque esos enfrentamientos han obligado a muchos y muchas a tomar partido, y cuesta volverse atrás. Y hay mucho desencantado entre los militantes de esos partidos. Y es hasta comprensible, siendo estos partidos los que han tenido el poder en sus manos, se han beneficiado de ello, y son los responsables del descontento existente. Pero, en definitiva, son cuidados del milano. Que sus problemas se los ventilen ellos. A nosotros no nos deberá afectar.

Lo que es menos comprensible es que, quienes no han tenido ese poder, se resistan o permanezcan dubitativos a la hora de buscar nuevas formas de hacer política que sirvan para dar expresión a ese descontento general que existe. Porque las formas tradicionales las rechaza ya mucha gente.

Puede que sea cierto que lo nuevo, por ser nuevo, no sirva del todo para lograr ese cambio. Es posible, incluso que, quienes buscan ese cambio se equivoquen. Es probable que ese cambio no se logre de una sola vez. Y, seguro que hay cosas “viejas” que deberemos seguir usando. Pero será sobre otras bases. Lo que mucha gente rechaza es que, una vez más, se le pida la adhesión incondicional a algo en lo que no ha participado.

Los pactos entre organizaciones se convierten siempre en un trapicheo de puestos, negociados en despachos. Las coordinadoras o plataformas desembocan siempre en sopas de siglas que aparentan más fuerza de la que realmente tienen. Reservarse para posibles pactos postelectorales es mantener la esperanza de que unos resultados favorables permitirán, a cada parte, imponer sus condiciones. Y eso, sin mencionar las luchas internas por aparecer más arriba en las listas del propio partido. Esas formas de buscar la unión y la fuerza están ya muy desgastadas. Contra esas formas, por tanto, hay que pelear.

Por tanto, avanzar, hoy, pasa, en primer lugar, por conseguir que participe, en la definición de lo que queremos construir, toda esa gente que está reclamando que la dejen participar y que no está en las organizaciones. Y que participen desde el principio. Y también, por qué no, esa otra gente que viene demostrando su generosidad con un trabajo serio y desinteresado, en su propia organización, pero que hoy está desencantada. Para eso es importante que las organizaciones apoyen y llamen a sus afiliados a que participen.

Pero, sobre todo, pasa por preguntar, antes de nada, a la mayoría de los descontentos, si quiere que intentemos algo nuevo. Porque, de no ser así, si no despertamos grandes expectativas, el avance que consigamos será poco significativo.

Entiendo que, electoralmente, esto debiera traducirse en una lista única. Una lista compuesta por personas, independientemente de que pertenezcan o no a organizaciones. Una lista que nazca con el aval de mucha gente. Una lista elaborada por elección popular. Los métodos para conseguir esto estarían por definir. Las tan manoseadas primarias exigen alguna concreción. De cualquier manera, existen, al día de hoy, bastantes iniciativas, de cuya experiencia podremos aprender. Hay mucho de lo que hablar.

Y, por supuesto, el programa. Un movimiento así se distinguirá por lo que reivindique, por lo que se moje en escuchar las demandas de la gran mayoría que son los asalariados, los parados, los jubilados, las mujeres, los jóvenes, los dependientes. Y porque ofrezca cauces para que esa mayoría se exprese, organice y luche por lo que es justo, de tal manera que sean las propias personas afectadas las artífices de la solución de sus problemas.

Decía en mi inicial propuesta que unas cuantas organizaciones deberían sentirse concernidas por la misma. Es un decir. Ante todo, respeto todos los planteamientos. Entiendo que, en estos momentos, mucha gente está pendiente de lo que esas organizaciones digan y hagan. Y espera que sean coherentes. Lo que sí debería quedar claro, entiendo yo, es que, las organizaciones que apoyen un movimiento así, lo harían a través de la participación de sus miembros, a nivel personal. Cada persona un voto. No caben aquí los votos ponderados, en base a la supuesta o aparente fuerza que cada organización ostente y quiera hacer valer.

Con todo, son opiniones personales que defenderé si nos sentamos a debatir sobre el terreno. Reitero que mi decisión es no ser candidato y menos aún liderar el movimiento. Sólo doy el primer paso para que el movimiento se ponga en marcha y aporto ideas. Y aportaré trabajo desde la segunda fila.



jueves, 4 de septiembre de 2014

PONGÁMOSNOS MANOS A LA OBRA

Hay quien está basando toda su estrategia sobre el hecho de que vivimos un momento de auténtica emergencia social. Que se nos ha abierto una puerta. Y que no podemos dejar pasar la oportunidad de atravesarla.

Nadie niega que el panorama político está revuelto y que los partidos tradicionales buscan, a toda costa, no perder comba. Y que los minoritarios de izquierda sólo hablan de unidad. Es cierto que se nos presenta la mejor ocasión, desde hace mucho tiempo, para quienes estamos empeñados en cambiar profundamente las cosas. Pero, de ahí, a que sea esta la única y última oportunidad para intentarlo, va mucho trecho. Y, más aún, si lo que pretendemos es ganar la guerra y no sólo alguna batalla.

No quiere esto decir que no podamos contemplar el panorama con ilusión, porque una oportunidad como la actual, la mayoría ni la ha vivido ni siquiera ha soñado con encontrársela. Pero la ilusión no basta para cambiar las cosas.

Una mayoría de gente repite que la política tradicional no sirve paras solucionar los problemas que tenemos, y reniega de que los partidos mayoritarios y los sindicatos oficiales se empeñen en que su situación de privilegio no cambie. Y no es que esos partidos y sindicatos sirvan o no, sino que es su forma de hacer política la que no sirve, fundamentalmente, por una cosa, y es que la gente no confía en ellos.

Y, por eso, se han puesto en marcha cantidad de movimientos, con objetivos concretos, distintos, pero con un denominador común: la gente busca solución a sus problemas por ella misma, la busca directamente, sin esperar a que nadie se la consiga y, menos aún, que lo hagan quienes, hasta ahora, prometían y prometían, y decían estar ahí para, precisamente, encontrar esas soluciones y que, sin embargo, no han hecho nada por conseguirlo.

Desconfianza en la política de las promesas y la palabrería, ilusión, y protagonismo de la gente, son, sumados, los elementos que conforman la situación actual, que podemos calificar de oportunidad, grande o pequeña (aunque no la última), y que no podemos permitirnos el lujo de dejar pasar.

Pero también, dentro de este panorama, corremos el peligro de sustituir una palabrería por otra. Y, por eso, debemos exigir y exigirnos la mayor coherencia posible, de forma que no nos engañen, no nos engañemos, y no engañemos a nadie, y echemos por tierra la ilusión y la esperanza despertadas en tanta gente. Es el momento de demostrar, con hechos, la verdad de nuestras palabras.

Decía, hace unos días, que debíamos ponernos en marcha ya. Que las próximas elecciones son una oportunidad para avanzar por nuevos derroteros, para organizarnos, y para sumar amplias mayorías, algo con lo que muchos decimos estar de acuerdo. Pues ha llegado la hora de hacer propuestas concretas.

Me centro en Torrelavega porque, en este municipio, existe una larga trayectoria de movimientos alternativos y de iniciativas electorales populares, y porque puede servir de paradigma, en Cantabria y en otros puntos del país, para ese movimiento de unidad que todos decimos querer poner en marcha. Existe en Torrelavega un movimiento municipalista popular e independiente, contamos con un movimiento obrero de rica y larga historia, existe sindicalismo combativo, existe movimiento vecinal de probada experiencia en luchas y trabajo, existe tradición de movimientos sociales de todo tipo... hay madera para construir ese bloque amplio, necesario para empezar a cambiar muchas cosas. Sólo falta ponernos de acuerdo sobre los pasos a seguir.

No se trata de inventar nada y tampoco de copiar todo lo que estén haciendo en otros sitios. Afortunadamente se están poniendo en marcha iniciativas, en muchos sitios, de las que podremos aprender.

Con la libertad que me proporciona no pertenecer a ninguna formación política, ni ostentar ningún cargo en organización alguna, con la responsabilidad que creo haber demostrado, con mayor o menor acierto, en defensa de los trabajadores y trabajadoras y, en general, de los más desfavorecidos, y además de dejar claro, desde ahora mismo, que tengo absolutamente decidido no formar parte de ninguna lista electoral, sí me permitiré hacer propuestas, y estoy dispuesto a trabajar por ellas. Por supuesto que sigo afiliado al Sindicato Unitario pero, en esto, actúo a nivel personal.

Y, con la misma libertad, me permitiré, convocar a una primera reunión (y que, por mi parte, será la última), en la que podamos empezar a hablar y organizarnos.

Sobre la base de no contentarnos con participar en las elecciones, sino que pretendemos algo más amplio que la mera presencia en las instituciones, el objetivo inmediato sería empezar a conversar para llegar a un acuerdo sobre un diagnóstico y un programa mínimo, sobre una única lista electoral, y sobre la constitución de una asamblea de debate, decisión y control de los representantes electos, como forma de desarrollar la acción política. Sobre en qué puntos de programa nos pongamos de acuerdo, cómo llegar a esa lista, si buscar o no el aval previo de una amplia mayoría, cómo conformar la asamblea, hasta qué punto va a ser abierta, cómo deberá funcionar, etc. serán cosas que tendremos que dilucidar entre todos y desde el principio.

Dos cuestiones, sin embargo, sugiero, que deberíamos establecer de antemano y que revelarían claramente el carácter de la nueva candidatura: Primera, los representantes electos de esa candidatura no apoyarán, bajo ninguna condición, ni en ningún caso, el nombramiento de alcalde de candidatos del PP, PSOE o PRC, ni formarán parte de ningún gobierno municipal o pacto de gobernabilidad con dichos partidos. Y, segunda, todos los candidatos firmarán previamente, sin fecha de ejecución, la renuncia a su cargo, resulten o no elegidos, de forma que puedan ser efectivamente revocados si la asamblea lo considera justo y conveniente, de acuerdo con los principios que la propia asamblea establezca.

Avanzar y comprometerse en torno a esta propuesta u otra parecida, entiendo, concierne , en Torrelavega (si somos coherentes), a ACPT, PODEMOS, Izquierda Unida, PCPE, UGT, CCOO, Intersindical Cántabra, STEC, Sindicato Unitario, Sindicato Ferroviario, CUOS, Unión Vecinal, Asociaciones de Vecinos, PAH, Plataforma contra el Fracking, Cantabria No Se Vende, Centros Sociales, Asociaciones culturales y ciudadanas de todo tipo... y todas aquellas personas de buena voluntad que quieran arrimar el hombro para poner en pie y llevar adelante semejante empresa. A todos ellos me dirigiré para invitarles a una primera toma de contacto.

Efectivamente, hay madera para ilusionarse.




viernes, 29 de agosto de 2014

NO NOS DISTRAIGAMOS

Como todos los veranos, una cortina de humo, en forma de falso debate político, trata de distraernos de lo que verdaderamente nos preocupa a la mayoría de la población. En esta ocasión, es el debate sobre la intención del PP de cambiar la Ley Electoral.

El debate es falso porque no se trata de hacer más democrático el actual sistema electoral, sino de una descarada lucha por el poder.

El PP porque sólo trata de blindarse para no perder el gobierno de algunos ayuntamientos importantes. El PSOE e IU porque esperan recuperarlo en algunos que perdieron, o porque aspiran a alcanzar otros nuevos, mediante pactos de gobierno, después de las votaciones. De ahí la ambigüedad real que manifiesta el PSOE que, bajo la apariencia de una rotunda oposición actual, sólo pretende aprovechar el previsible declive del PP, en unas próximas elecciones, para, después, sí, entrar en negociaciones. No olvidemos que ya el PSOE había planteado una reforma parecida, hace unos años, y que su principal argumento ahora es que “no es este el momento”. ¿Lo será después?

PP y PSOE, en realidad, luchan por el mismo objetivo: salvar su dominio, hasta ahora mayoritario, sobre las instituciones políticas de este país. IU y UpyD porque aspiran a ser la llave para formar coaliciones de gobierno. Y los nacionalistas porque sólo quieren que “les dejen como están”, que no les toquen su actual status, allí donde gobiernan.

Mientras tanto, enzarzados en ese falso debate, nadie denuncia lo que realmente nos afecta a los trabajadores, nadie pone en solfa la propaganda del PP sobre lo “bien que va la economía”, la macroeconomía, la gran economía o, lo que es lo mismo, la economía de los grandes, cuando la economía de los pequeños, la economía del día a día de la mayoría de la población sigue deteriorándose. Se nos venden, como grandes logros, los avances de décimas o centésimas en el crecimiento, sin descubrir que esas décimas se traducen en decenas de miles de millones que, cada año , pierden los trabajadores, y que pasan a los bolsillos del capital. Así crece su economía. Partidos y sindicatos debaten, todos los meses, sobre los datos del paro, que si son positivos, que si son estacionales, que si son empleos de baja calidad, cuando lo que es indiscutible es que el conjunto de los trabajadores y trabajadoras, año tras año, perdemos parte de la tarta de la riqueza que producimos, en beneficio de quienes nos explotan. Y esto, que es el fondo de la cuestión, pasa desapercibido.

Es cierto que con unas elecciones sólo se puede ganar el gobierno y no el poder. Para tener el poder real, el poder económico y también político, y cambiar, de verdad, las cosas, hace falta que una mayoría de la población se organice para conseguirlo y no se contente con ir a votar cada cuatro años. Pero obtener representación política y legal, mediante las elecciones, puede contribuir a que esa mayoría tome conciencia, participe y se organice.

Por eso, pase lo que pase con ese falso debate electoral, los trabajadores y trabajadoras, las organizaciones y colectivos, los movimientos sociales y los ciudadanos en general no pueden, no podemos dormirnos en los laureles, esperando a que acabe el debate, y ponernos luego a trabajar. Desde ahora, quienes luchamos por cambiar a fondo las cosas, debemos ponernos en marcha para conseguir formar un frente, lo más amplio posible, empezando por cada ayuntamiento, conscientes de que no vamos a cambiarlas de golpe, pero convencidos de que podemos lograr que la gente despierte del letargo, sea consciente de cuál es su realidad, y se ponga en marcha.



lunes, 4 de agosto de 2014

DOGMATISMO DE ANTIDOGMÁTICOS

Hace unos días, participé en una interesante mesa redonda, sobre la soberanía, en varias de sus vertientes, y me quedó un mal sabor de boca.

Fui invitado como alguien que tiene cierta experiencia en lo laboral y, en la mesa, me sentaba junto a otras personas del campo municipalista, del de la juventud, del agricola-ganadero y del político. En concreto, y de este ultimo, un ferviente defensor de Podemos. Fue, precisamente, una controversia mantenida, por mí, con esta persona, la que dejó ese mal sabor de boca.

Mi intervención trataba de dejar caro que quienes tienen el poder real no se presentan a las elecciones. Trataba de contestar al representante de Podemos que, en la línea habitual de los miembros de esa formación de ilusionar a la gente, argumentaba, más o menos, que, “a través de las elecciones se podía llegar a alcanzar el poder y, desde él, cambiar las cosas”. Mi argumento fue que, mediante las elecciones, se podrá, en todo caso, alcanzar el gobierno, pero eso no significa que el gobierno sea el poder real.

Controversias aparte, lo que me dejó ese mal sabor de boca es que, por imperativos de la propia estructura del acto, no pudimos matizar convenientemente las posturas, y mi forma de argumentar, quizá demasiado contundente, pudo dejar la impresión, entre los presentes, de que soy contrario o muy crítico con todo el proyecto de Podemos. Y no es esa mi posición.

Si declaro que, en el panorama político actual, sólo encuentro interés en todo lo que se refiere a esa formación política y, consecuentemente, lo sigo intensamente.

Mi interés viene dado, en primer lugar, porque, en muchos años, no se ha producido, en la política española, un fenómeno como el que ha supuesto la aparición de Podemos y, sobre todo, el hecho de que, dicha aparición, ha provocado la salida a la luz de un grupo muy numeroso de personas, que está harta de la situación actual y que, hasta ahora, se dejaba llevar por la desidia, la rutina o el desencanto. Y, en segundo lugar, porque, hace ya bastantes años, vengo defendiendo esa filosofía de poner por delante el interés de la gente, dejarla que hable y escuchar lo que dice, sin interpretar otros lo que ella tiene que pensar o decir, la necesidad de recuperar el contacto con la realidad de la calle, el dar más importancia a la unidad con la gente sencilla que a la unidad de siglas y organizaciones, etc. Hasta ahora mis opiniones, defendidas públicamente, han sido un clamor en el desierto porque, soy consciente, llevar consecuentemente esa filosofía a la práctica es difícil y, sobre todo lleva tiempo. Y estamos obsesionados con los resutados rápidos. Soy, por lo tanto, muy riguroso en la valoración de los pasos que está dando Podemos. Como he dicho, los sigo con atención. Y lamentaría profundamente que, una vez más, la mayoría de esa gente que está entusiasmada con el proyecto quedase, nuevamente, desencantada.

¿Por qué el título de este artículo?

Sencillamente, porque vengo observando, en alguna gente defensora o que forma parte de Podemos, cierto nerviosismo, cuando se les ponen peros a lo que están diciendo y haciendo, sin distinguir entre las críticas destructivas y las constructivas. Comprendo su entusiasmo, pero no pueden creerse que están por encima del bien y del mal. Y algunas respuestas, cuando alguien ha manifestado alguna reticencia, han sido despreciativas, descalificadoras o, simplemente, han tratado de ignorarlas.

Pienso que Podemos está construyéndose y que tendrá que ir poniendo en práctica lo que predica. Y esto no lo deberían olvidar los mismos que hoy lo defienden, a ojos ciegas, como si fuera algo acabado y contrastado por la experiencia. Yo doy tiempo al tiempo.

sábado, 2 de agosto de 2014

NO MÁS DESPILFARROS

Acabo de participar, en Torrelavega, en una concentración-cadena humana de protesta, que ha rodeado la parcela en la que se pretende construir un “Centro de Emprendedores”, ese tipo de iniciativas que se ha puesto de moda, en los últimos tiempos, y que, más bien, se reduce a iniciativas de algunos “políticos emprendedores”, que pretenden así justificar su sueldo y, también, llenar los bolsillos de algún amiguete constructor y, quién sabe si, incluso, los suyos propios, mediante el cobro, en negro, de la correspondiente comisión.

En Torrelavega, existe ya un Centro con ese fin y que, lamentablemente, sólo funciona al 50% de su capacidad. El nuevo que se pretende pasará, por tanto, sin duda, a engrosar la larga lista de despilfarros y obras faraónicas sin sentido que se esparcen por todo este país, tan castigado por la crisis. Sólo la obra proyectada supone un gasto de 5,5 millones de €, amén de otros gastos que rodean el expediente, y que pudieran suponer duplicar dicha cantidad. Oponerse, por tanto, a este derroche, parece obligado, en una ciudad con tantos parados.

La concentración ha sido calificada de éxito por los organizadores. Por supuesto que todos quienes nos manifestábamos estábamos convencidos de la justeza de nuestra protesta pero ¿toda la gente que pasaba por delante nuestro entendía lo que estábamos haciendo? ¿Nos preocupaba, al menos, que pudieran no entendernos?

Una manifestación es una forma de expresión. Y toda expresión comporta un contenido. Y nuestra manifestación, amén de otras consignas muy manidas, solamente dejaba claro que no queríamos el mencionado Centro. No ofrecíamos ninguna alternativa en que emplear esos dineros públicos, no reivindicábamos que se gastasen en algo más beneficioso para el conjunto de la población, a pesar de que la lista de reivindicaciones que podíamos presentar es, en estos momentos, interminable. Con nuestro rotundo, pero escueto, rechazo, no taparemos la boca a quienes se conforman con que, si se lleva a cabo el proyecto, “al menos, unos cuantos tendrán trabajo”, mientras se construye.

Habernos puesto de acuerdo, de antemano, sobre transmitir un mensaje más entendible para la mayoría de la gente hubiera completado el éxito de nuestra acción. Pero, posiblemente, no hubiera sido fácil, dada la tendencia, actualmente muy extendida, de que la organización está en contra de la libertad.


No perdamos de vista que nuestro objetivo es parar el proyecto, y que, para conseguirlo, necesitamos promover una verdadera marea en contra.

miércoles, 25 de junio de 2014

EL COMPROMISO DE LA PALABRA DADA (I)

Luca es un crío de cinco años que acaba de “descubrir”, en el patio del colegio, la pasión por el fútbol. Si le preguntas de qué juega él, te dice que de “quitador”. La RAE dice que quitador es el que quita. En lenguaje futbolístico, quitador sería el defensa. A Luca, defensa aún no le suena, pero sí tiene claro cuál es su cometido en el juego: quitar el balón al contrario, o sea, defender. Su lenguaje puede que confunda la parte con el todo, pero es un lenguaje concreto que cualquiera entiende.

Vivimos en un mundo en que muchas de las palabras que usamos han perdido su significado original, se han reducido a uno sólo de sus significados o, simplemente, no significan nada. Sobre todo en política, donde los discursos, las promesas, los programas juegan un papel importante, especialmente en las campañas electorales, dar un sentido claro a las palabras que usamos debería ser primordial. Palabras como “Transición”, “clase”, “casta”, “partido”, “elecciones primarias”, “indignación”, ilusión”, muy en el candelero últimamente, merecen una reflexión. Empezaré por “La Transición” y, en siguientes entregas, reflexionaré sobre las demás.

Según la RAE, transición es “el paso de un estado a otro, de un modo de ser a otro”. Pero, generalmente se usa ese término para referirse a un período de nuestra historia reciente, que algunos sitúan desde la muerte de Franco hasta la Constitución y que otros extienden hasta estos días, hasta la abdicación de Juan Carlos I. Sobre esa realidad se han montado muchos discursos políticos. Unos, ensalzándola como un emblema de nuestra identidad, otros como algo aparente, fraudulento, engañoso, caduco, agotado, de lo que hay que pasar página. Pero unos y otros se circunscriben a esa transición, unos para perpetuarla y otros para buscar una alternativa que la sustituya.

Sin embargo, la tan mentada “Transición” representa casi una anécdota de lo que ha sido la verdadera transición en el estado español: el paso de una República a una Monarquía, mediante un golpe militar y una guerra, con su correspondiente postguerra de dominación y represión por los vencedores. Si nos circunscribimos a la etapa de transición como ese espacio que gira alrededor de la actual Constitución, las alternativas serán unas: “recuperar el consenso del 78”, “regenerar las instituciones”, “desterrar la corrupción”, “desenmascarar a LA CASTA” “rebelarse contra La Troyka”, “organizar la economía al servicio de las personas”, “Poder Judicial realmente independiente”, “igualdad de oportunidades”, “defender lo público”, “separación definitiva de la iglesia y el estado”... “elecciones primarias abiertas”, … Si, por el contrario, admitimos que la transición comienza con el golpe de estado, las alternativas serán otras: “recuperar la memoria histórica”, “rehabilitar y restituir a las víctimas del franquismo”, “derogar la Ley de Amnistía”, “condenar a los represores”, “decidir entre monarquía y república”, “reconocer el derecho efectivo a la autodeterminación” y, sobre todo, “devolver el auténtico poder al Pueblo”. Y, si consieramos la II República como lo que fue, como un proceso inacabado de construcción de un verdadero poder popular, las alternativas a la actual situación deberán incluir “expropiación de la propiedad privada de los medios de producción”, “gestión de la producción por los propios productores”, “Reforma Agraria que ponga la tierra al servicio de quienes la trabajan”, “Banca pública”, “revocabilidad de los cargos electos”, “rendición de cuentas sobre cumplimiento de las promesas electorales”, …

Está claro que cada una de esas visiones exigen compromisos distintos, unos más concretos que otros.

Está claro también que dichas visiones no se excluyen unas a otras y que, además pueden aparecer mezcladas, de hecho algunos las mezclan, incluso pueden ser utilizadas formando un batiburrillo con la intención de enturbiar el discurso y ocultar la indefinición del propio mensaje.


Estamos abocados a ver, en los próximos meses, cómo el Gobierno del PP trata de acicalar su gestión con algunos datos estadísticos y nuevos cantos de sirena; cómo el PSOE va a “cambiar todo para que nada cambie”; cómo Izquierda Unida va a hacer equilibrios para seguir siendo unida; cómo PODEMOS pasa del discurso retórico y de los gestos a la concreción de su programa y, sobre todo, a la puesta en práctica de sus “verdades como puños”. Los tiempos que se avecinan nos exigirán estar muy atentos para que NO nos den gato por liebre.

lunes, 9 de junio de 2014

SERÍA UNA INFAMIA

Siempre me han aburrido los puzzles. Que las piezas tengan una forma determinada que no se puede cambiar, que el resultado sea siempre el mismo, sea quien sea quien lo arme y tarde más o menos en hacerlo, hacen que me resulten nada atractivos.

Por contra, acostumbrado a analizar y reflexionar sobre la situación política, aunque muchas veces se presenta como un verdadero puzzle, sí me resulta atractivo, incluso llega a constituir, en mí, un verdadero vicio. Pero es que aquí la realidad es distinta, es cambiante, las piezas no vienen determinadas de antemano, pueden evolucionar, de forma que admiten distintos encajes con resultados diferentes, a veces, impredecibles.

Nos encontramos ante un complejo puzzle. La abdicación del Rey, la renuncia de Rubalcaba a ser nuevamente candidato, los resultados electorales, la debacle de los dos grandes partidos (sobre todo del PSOE), las alabanzas de Rajoy a Rubalcaba a los pocos días de haberse tirado, una vez más, los trastos a la cabeza en el Congreso, la resolución de los casos de corrupción pendientes, la previsible imputación de la Infanta... ¿Tienen todos estos hechos una conexión entre sí? Un amigo mío dice que sí.

Según él, si el Rey había tomado su decisión en Enero y ha esperado hasta ahora para anunciarla; si Rubalcaba había tomado la suya hace meses y lo había comunicado al ínclito Felipe; si este encantador de serpientes reaparece en el ruedo político apoyando un gran consenso político PP-PSOE si “las grandes cuestiones de Estado” lo necesitan; si Rubalcaba no dimite inmediatamente después del desastroso resultado electoral y mantiene férreamente la llave del PSOE hasta la celebración de un Congreso Extraordinario que no todo el Partido quiere; si, como un resorte, y sin consultar a los órganos del Partido, salta a la palestra, cerrando la posibilidad de que su partido apoye la petición de referéndum sobre la Monarquía; si, por si acaso, las primarias internas del PSOE no van a ser vinculantes; y si, además, está a punto de cerrarse la instrucción del Caso Noos que materializará probablemente la imputación de la Infanta... si todo esto ha ocurrido así, es claro que existe un gran pacto secreto, una burda manipulación de quienes ahora se les dice “casta política”, y que la fecha indicada para que Juan Carlos nos sorprenda a todos con su anuncio era ésta y no podía ser otra. De ahí la tramitación exprés de la abdicación y del nombramiento de Felipe como Rey.

Si todo esto ha ocurrido así, en el secreto (y yo también me lo creo), sin conocimiento de la gente, al margen de todo control democrático, y ocultándolo ante unas elecciones de por medio, además de que sea un claro ejemplo de manipulación, propio de una auténtica “casta política”, sería una verdadera infamia democrática.


¡Qué miedo tienen a saber lo que quiere el Pueblo!

domingo, 20 de abril de 2014

O ALGUNO O NADA

Llevamos meses soportando que “nos acusen” de haber promovido el “O Todos o Ninguno”, en el tema Sniace.

Quienes eso nos achacan consideran que nuestra postura no sólo es romántica, utópica, fuera de la realidad, sino que, además, es perjudicial, por aquello de que más vale el mal menor que el mal de todos. Y que, en todo caso el “O todos o ninguno” es fruto de un idealismo que no conduce a nada.

Lo primero que hay que decir es que la postura mantenida en el mes de Setiembre pasado por los trabajadores y trabajadoras de Sniace no sólo fue apoyada por el Sindicato Unitario, sino también por la gran mayoría del Comité, y que obtuvo el respaldo unánime de los trabajadores y trabajadoras afectados que no son menores de edad.

Lo segundo es que lo que se rechazaba era el despido de doscientos ocho compañeros y compañeras. Porque jubilaciones sin dinero son equivalentes a despidos. Y porque, además, una parte ni siquiera podía pensar en jubilarse, sino que iba a quedar en la calle sí o sí. ¿Defender a estos compañeros y compañeras es romanticismo?

Pero es fácil darle la vuelta al tema.

A lo largo de la negociación, el Comité dejó claro que, a la vista de la situación, estaba dispuesto a hablar de reducción de plantilla y de ajuste salarial, aunque nunca de despidos. Todo se podía discutir si no se ponían sobre la mesa los principios dogmáticos de cada parte y se discutía sobre números y realidades prácticas y objetivas. Pero no fue posible. El que no quedase nadie desamparado defendido por el Comité se encontró enfrente con un inflexible “O alguno o nada” de la empresa. Tenía que haber despidos, por encima de todo.

Han pasado los meses, hemos vuelto a conversar. Hemos demostrado a la empresa que hay fórmulas para evitar despidos que permiten, a la vez, encajar el que no haya despidos con los números que la empresa plantea necesarios para que Sniace, no sólo pueda superar el concurso de acreedores en que se haya inmersa, sino que tenga viabilidad futura. Pero, claramente, nos hemos encontrado con el mismo escollo: la empresa no se conforma con ahorrar en salarios, quiere eliminar personas.

Su postura ni es romántica ni está fuera de la realidad. Tiene todo a su favor, las leyes, los tribunales, los administradores concursales, lo que hacen los demás empresarios a su alrededor, la resignación de muchos trabajadores y trabajadoras... y, sobre todo, la propiedad, es la dueña, puede imponer sus dogmas y principios... si les dejamos.

De momento, ahí están los trabajadores y trabajadoras, contra todos y contra sí mismos, porque el encierro les machaca, sí pero, al mismo tiempo, les une, les da fuerza, les da esperanza, y ésta es lo último que se tiene que perder.


Torrelavega, 17 de Abril de 2014.

sábado, 19 de abril de 2014

EL SUC CON LOS TRABAJADORES QUE LUCHAN

En el Sindicato Unitario siempre estaremos con los trabajadores y trabajadoras que luchan por sus derechos, por su seguridad, por su salario y, sobre todo, por su puesto de trabajo.

Y, en ese sentido, los trabajadores y trabajadoras de Sniace merecen todo nuestro respeto y apoyo.

Su mérito principal, sin duda, han sido su constancia, su perseverancia y, por qué no decirlo, su paciencia, porque constancia, perseverancia y paciencia han sido claves para mantener la unidad de la mayoría de la plantilla ante tanta adversidad o, al menos, de aquella parte de la plantilla que, a su modo, ha luchado y sigue luchando, al entender que lo que está en juego es algo fundamental para el presente y futuro de sus vidas. Al margen de posibles errores que, seguro, habrán cometido, no es frecuente, en los tiempos que corren, tanta determinación y tanto empeño como los mostrados por estos trabajadores y trabajadoras.

Quien no sea capaz de reconocer ese mérito es porque está ciego, porque guarda algún rencor o, simplemente, porque se siente derrotado en su vida. Cuesta comprender tanto sectarismo en algunas personas. Pero siempre ha sido así. Los trabajadores y trabajadoras de Sniace han destacado siempre por su combatividad. Y, por qué no decirlo, por ello, han recibido críticas. Pero, lo que no es comprensible es criticar a quien lucha por defender sus derechos. Es cierto que la crisis nos castiga a todos y que nos sentimos agredidos, solos y olvidados, y que todos esperamos apoyo en los momentos difíciles, pero el no haberlo recibido no justifica que sintamos rencor cuando otros lo reciben.

El encierro puede que sea un último recurso ante una situación límite. Pero los trabajadores y trabajadoras de Sniace no tienen otra salida que intentarlo hasta el final. Y nosotros no tenemos más remedio que seguirlos apoyando, como hemos hecho siempre.


Torrelavega, 16 de Abril de 2014.

lunes, 17 de marzo de 2014

DEBATE LIBRE Y SERIO

Por José María Gruber.-

Es frecuente contraponer unos aspectos a otros para precisar lo que uno dice: “pobre, pero honrado”, “fea pero simpática”, “serio pero realista”, “libre pero responsable”... son ejemplos muy socorridos. Podía haber dicho “libre pero serio”, pero no, porque parecería que no considero serio el debate actual y, sobre todo, porque considero que, para que un debate sea verdaderamente libre ha de ser serio. Y, para mí, la seriedad empieza por comprometerse personalmente con lo que uno dice, aún a riesgo de estar equivocado, y hacerlo dando la cara. Por eso acostumbro firmar mis opiniones con nombre y apellidos, entre otras cosas, porque espero poder, en algún momento, profundizar en el debate, cara a cara, con mi oponente. Me resulta inútil discutir con personas escondidas bajo seudónimos.

Vaya toda esta introducción para referirme a algunos comentarios negativos, surgidos entorno a mi artículo, publicado bajo el título “PODER, PODAR, ...PODEMOS”, que animan poco a quien quiere abrir un debate sereno y constructivo, como es mi caso, sobre algo que nos importa a todos.

Se me acusa” de construir premisas para desarrollar mis argumentos o de “partir de un análisis completamente erróneo”, sin demostrar que mis premisas son inventadas y que mi análisis es equivocado. Y eso es muy grave. Igualmente, sin justificación alguna, se podría decir, de la iniciativa “PODEMOS”, que parte de premisas exageradas, que justifican la prisa por participar electoralmente y, por lo mismo, utilizar el carácter mediático de una persona para que encabece la lista, porque es el camino más corto. No van por ahí mis críticas, no acostumbro a descalificar en bloque una opinión o iniciativa. “PODEMOS” me merece respeto, máxime cuando se presenta como algo que está en construcción y habrá que esperar a ver en qué desemboca efectivamente.

Y me centro en “PODEMOS” porque me parece una de las iniciativas más interesantes del momento.

Mis premisas son que estamos en cuarto menguante y que dramatizar en exceso puede provocar prisas que siempre son malas consejeras.

Que estamos en cuarto menguante es algo indiscutible si hacemos una valoración no superficial de la situación. En los quince últimos años, el conjunto de los trabajadores y trabajadoras hemos perdido más de diez puntos en el reparto de la renta nacional, y ello, en beneficio, en la misma cuantía, de empresarios, banqueros, etc. Y, en los siete últimos, el paro ha llegado al extremo en que se encuentra actualmente. Ambas cosas influyen en todos los aspectos de la vida de la mayoría de la población. Y no sólo en la vertiente económica. Sino también en las relaciones entre las personas, en la falta de perspectivas, sobre todo, para los jóvenes, pero también para los parados maduros que difícilmente van a encontrar oportunidades para rehacer su vida, en la falta del sosiego necesario para pensar en buscar alternativas, en la falta de confianza en la organización, en el debate y la reflexión colectiva, en la falta de unión. “La soberanía popular tiene cada vez menos poder frente a los grupos económicos y la tupida red de tecnócratas que los representan”. ¿No es esto estar en cuarto menguante? ¿Cual es la razón por la que la mayoría de la población, los millones de directamente afectados (que son muchos), no responde masivamente, y nos contentemos con mitificar luchas que, sí, han sido exitosas, pero no han dejado de ser parciales, y su éxito no es una respuesta proporcional al daño general que se nos está ocasionando.

Esta crisis que es, fundamentalmente, de los banqueros, porque se les ha ido de las manos, viene acompañada del convencimiento, por su parte, de que no lo arriesgaban todo, porque no iban a encontrar una respuesta contundente y generalizada, porque iban a poder cargar sus consecuencias sobre la mayoría de la población. Y así ha sido. Estamos indignados. Pero también nos ha encontrado esta crisis desperdigados, desorganizados, desorientados. De ahí, entiendo, la inquietud que representan “PODEMOS” y otras iniciativas.

Que todavía queda margen para llegar a estar peor también parece claro. Y estoy convencido de que, quienes mueven los hilos del poder, lo tienen muy calculado. Que es urgente reorganizarnos es evidente. Pero no de cualquier manera. Que sea urgente ponernos en marcha no quiere decir que lo tengamos que hacer atropelladamente.

Por eso, no veo lo de presentarse a estas elecciones europeas. Y no es sólo que no lo vea conveniente, sino que creo que puede ser perjudicial. Es una opinión, pero no es gratuita.

Lo de “hacer nosotros política para que no la hagan otros por nosotros” es parte de la palabrería que denuncio. Quienes así se expresan saben muy bien que, en el mejor de los casos, la representación que se pueda obtener en las instituciones (que, por otra parte, descalificamos), además de ser una contradicción en sí misma, va a ser simbólica. Imagino a “nuestro representante electo” desgañitarse, toda una legislatura, ante un ejército, bien organizado, de sordos, e impacientarse ante todo el entramado burocrático que dichas instituciones tienen tejido. E, independientemente del desgaste que para la persona pueda suponer, va a perjudicar al movimiento, me temo, porque servirá para acomodarnos, para desmovilizarnos, esperando sentados que, “quien hemos enviado”, libre en solitario la pelea, porque sólo él está legitimado para hacerlo. Así nos lo habrán hecho creer. Servirá, para confirmar, en definitiva, en la conciencia de la gente, que ese es el camino, que las soluciones han de venir a través de las instituciones del sistema, que sólo se hace verdadera política participando en ellas. Hemos vivido directamente experiencias en ese sentido. No veo, por otra parte, que este cambio de concepción vaya a encajar en el espíritu del 15M, en el “no nos representan”, que siempre entendí que no sólo se refería a los políticos, sino también a las instituciones que representan.

Diferente sería que nuestra representación, aunque simbólica, llegase respaldada por un movimiento mínimamente consolidado, movilizado entorno a unos objetivos claros. Pero, en mi opinión, no es el caso. Empezamos la casa por el tejado. La popularidad mediática que algunas personas puedan haber adquirido puede desaparecer en cuanto esos medios, que no son nuestros amigos, se lo propongan. Y la iniciativa “PODEMOS”, tan personalizada en su principal promotor, puede ser víctima de su propia fuerza.

Hacer política de otra manera”, quizá, debería de haber empezado por preguntar, a quien quisiera responder, si deberíamos participar o no en estas europeas. Siempre me refiero a “estas” elecciones. El debate sobre participar o no electoralmente no es para mí una cuestión de principios, sino de oportunidad. Pero no, la decisión ya venía tomada y lo único que se ha pedido, con las firmas, ha sido el respaldo a esa decisión. Haber preguntado primero sería una verdadera novedad y, quién sabe, quizás hubiera servido para incorporar a la iniciativa al gran contingente de abstencionistas, muy superior al número de firmas obtenido por “PODEMOS”, dando un contenido político explícito a su abstención.

Se está trabajando “participativamente” sobre una propuesta de programa. ¿Quién hace esa propuesta? ¿Cabe una enmienda a la totalidad? ¿Hay tiempo para ello? Poder hacer sólo alegaciones o enmiendas parciales es el sistema habitual de los partidos y sindicatos, “oficialmente democráticos”. No descalifico el procedimiento, pero utilizarlo me parece poco novedoso.

Buscar nuevas formas de hacer política, que den respuesta a muchas de las cuestiones que nos acucian, no es en mí algo nuevo (ver, quien tenga paciencia, por ejemplo, artículos publicados ya en 2006, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=38159 y http://www.rebelion.org/noticia.php?id=35742 ). Mis conclusiones son fruto de un largo camino de reflexión y acumulación de experiencias: desde militar en un "partido-marxista-leninista-pensamiento-Mao-Tse-Tung-que-representa-a-la-clase-obrera-y-defiende-los-intereses-de-todo-el-pueblo", a participar intensamente en la Asamblea del 15M de mi localidad, pasando por la participación activa en la creación de un sindicato contrario al pacto social, en la fundación de asociaciones de vecinos, en el heróico nacimiento del movimiento ecologista en Cantabria... y, también, he participado en elecciones municipales, en las que hemos obtenido representación. Todo lo cual, no me da autoridad alguna, ni por ello, reivindico un respeto especial, pero me sirve para dar fundamento a mis opiniones. No son mis experiencias las únicas... pero son las mías, son variopintas, y pretendo fundamentarlas teóricamente, en base a información exhaustiva y contrastada, también sobre el desarrollo d "PODEMOS". Y, por supuesto, estoy abierto al debate libre y serio.

Presionados por el calendario electoral, veo que no hay lugar para proponer, por positivo, un camino distinto a seguir, y auguro que habrá que seguir debatiendolo, después, entre todos, cuando veamos los resultados del elegido. Habrá que hacerlo, ¡cómo no! Pero, al estar la decisión de participación electoral tomada y ser ésta el banderín de enganche que se nos ofrece, como mínimo, habría que dejar claro, desde ya, al menos, qué es lo que NO queremos hacer. De ahí lo de "podar primero". En ese sentido, creo determinante dejar claro qué consideración nos merece Izquierda Unida, de cara a la construcción de esa alterativa que necesitamos, qué sentido tienen esas reuniones con IU, si no hay más diferencias que las primarias abiertas o cerradas... Y, por lo mismo, aunque tenga menos importancia, qué papel representa en "PODEMOS" Izquierda Anticapitalista, hasta hace cuatro días suplicando un acercamiento, cuando no un lugar dentro de las filas de Cayo Lara y compañeros. En algún lugar he oido decir que, ante todo, hay que buscar la unidad con la gran masa no politizada. Es algo que pienso desde hace tiempo. La unidad entre siglas puede parecer el camino más corto, pero no asegura que sea el más firme ni el más fácil de transitar, máxime cuando algunas de esas siglas distan mucho de buscar un cambio real en su malherida estrategia.

Soy de los que creo que es necesario ilusionarnos. La conciencia se basa en razones, pero se consolida con emociones. No me considero ni optimista ni pesimista. Participo de la idea de que, "muchas veces, el optimismo no es más que una manera de esconder la pereza propia, la irresponsabilidad, la voluntad de no hacer nada. Es también una forma de fatalismo. Se espera, sobre todo, de los factores ajenos a la propia voluntad y laboriosidad, se los exalta, y la persona parece arder en ellos con un sacro entusiasmo. Y el entusiasmo no es más que una externa adoración de fetiches. La reacción necesaria (el verdadero optimismo) debe partir de la inteligencia. El único entusiasmo justificable es el acompañado por una voluntad inteligente, una laboriosidad inteligente, una rica capacidad de inventiva de iniciativas concretas que modifiquen la realidad existente" (Gramsci. Cuadernos de la cárcel).

Espero que, quien sienta la necesidad de rebatir mis opiniones. lo haga con argumentos.

Por último, decir, que he hablado demasiado de mi persona, y que no lo volveré a hacer. Que hablaré de mis opiniones sin perder de vista que son sólo eso, opiniones. Y que me interesa el debate a nivel de Cantabria y a él me circunscribiré. Por muchas razones, no creo en iniciativas que nos vengan del cielo, del centro, o de la capital del Estado. Menos aún, de la Televisión.

martes, 25 de febrero de 2014

PODER, PODAR, ... ¡PODEMOS!

Me resultó muy agudo y oportuno el recordatorio de que “podemos” puede corresponder, a la vez, a los verbos poder y podar. Ello me da pie para hacer un juego de palabras muy sugerente y, a la vez, creo, modestamente, que determinante, en el debate presente, propiciado por la aparición de la iniciativa “PODEMOS”, y en torno a lo que necesita la izquierda y, sobre todo, la gente, para emprender el camino de la transformación profunda que la actual situación requiere.

Mi esquema es: Para poder necesitamos podar. Empecemos por podar. Podemos, por tanto. Sólo así PODREMOS.

Podar es cortar o quitar las ramas superfluas o enfermas de los árboles, para que fructifiquen con más vigor, es eliminar ciertas partes o aspectos de algo, por considerarlos innecesarios o negativos. Los entendidos dicen, además, que hay que podar en el momento oportuno, mejor en el cuarto menguante de la luna, y en invierno.

Estamos en un “cuarto menguante del movimiento. Esto es así, aunque muchos se empeñen en no reconocerlo. Llevamos varios años ya retrocediendo, aunque el auge de “las mareas” parezca un cambio de tendencia. Habría que empezar por desterrar (podar) confundir nuestros deseos con la realidad. Lo demás será construir castillos en el aire.

Pero la mayoría de la población no está en situación desesperada. Soy de los que piensan que desde el poder tienen bien calculado el margen que aún nos queda para sobrevivir. Es la cruda realidad. Sin ignorar las situaciones particulares (sin duda, sangrantes), los salarios de los activos, fijos y precarios, las pensiones de los abuelos, el subsidio de paro y demás prestaciones sociales, los servicios que todavía nos quedan, todo ello sumado, da para que el conjunto de la población sobrevivamos, aunque sea malamente. Quizás eso explique por qué no se ha producido aún un levantamiento popular generalizado. También tendremos que desterrar (podar) un excesivo dramatismo sobre la situación. Porque, si no, aparecerán las prisas, la necesidad de “no dejar pasar la oportunidad”, de “adoptar medidas de emergencia”. Y con prisas no construiremos nada sólido. Y caeremos en la tentación del electoralismo puro y duro, y en el oportunismo más descarado.

¿Por qué la aparición de PODEMOS está levantando ampollas en varios sectores de la izquierda, sobre todo, en la izquierda electoral? Fundamentalmente porque el espacio electoral es limitado y el avance de unos es siempre a costa de otros. De ahí que esa unidad de la izquierda, por la que tanto se suspira, devenga siempre en pura ilusión y en la frustración de muchos.

Pero, ¿no hay más campo para hacer política que el electoral? La historia, también la más reciente, demuestra que sí. No es el debate excluyente entre movimientos e instituciones el centro de la cuestión.

El debate se debe centrar en si somos capaces de hacer política a partir de las necesidades y aspiraciones de la mayoría de la gente, o nos empeñamos en seguir con nuestra práctica autista de ponernos las orejeras y tirar para delante, sin preocuparnos más que por la pureza de nuestro discurso, o por el número de votos que podamos sustraer de una población angustiada por llegar a fin de mes, y sin un mínimo de respiro para saber realmente lo que quiere, lo que la beneficia o la perjudica. Más que buscar la unidad entre las izquierdas, lo prioritario es construir la unidad con la gran masa apolítica que sufre, sin saber muy bien el porqué de sus sufrimientos.

Tradicionalmente, también la izquierda, nos erigimos, ante la gente, en intérpretes de la realidad, de “su” realidad. Les decimos lo que está bien y lo que está mal, lo que les conviene y lo que les perjudica... les tratamos como menores de edad. Decimos saber de ellos más que ellos mismos. Y, en mi opinión, es la razón fundamental por la que no confían en nosotros. Es aquí donde se debe producir el cambio radical. Sin convencer a una mayoría no hay transformación profunda posible.

Pero, además, muchas de las críticas que puede estar recibiendo PODEMOS, podíamos decir que, se las ha ganado a pulso, con todos los respetos. Y no por usar un “lenguaje nuevo”, sino por abusar de palabrería, por no llamar a las cosas por su nombre, por intentar regalar los oídos de mucha gente, por ser más, sin más, y a costa de lo que sea, de ignorar o dejar de lado las realidades más sangrantes o pasar de puntillas sobre ellas, por NO exigir, en realidad, cambios profundos. Falta democracia política, “no nos representan”. Pero, sobre todo, falta democracia económica. Y, aquí es donde PODEMOS flaquea. Llama la atención ver cómo en su Manifiesto pasa de largo sobre un aspecto tan sangrante como el paro, por poner un ejemplo, y apuesta sólo por un indefinido “cambio de modelo productivo” ¿Olvida PODEMOS que ese 90% lo componen básicamente asalariados, con o sin mono azul, pero asalariados explotados?

“Convertir la indignación en cambio político” puede traer cambio-de-políticos pero, no necesariamente, cambio de política. Jugar con las emociones de la gente, sin que avancen en conciencia, puede resultar arriesgado y peligrosamente manipulador... pero “concienciar a la gente es muy lento”... y hasta “imposible”... estando como están ebrios de consumismo..., sobre todo si se emplea únicamente la retórica.

Las tijeras de podar deben actuar, sobre todo, dentro de la propia casa. Podar la desigualdad, los privilegios de los ricos y de la llamada “casta política”, muchos lo hacemos a diario. Mirar para dentro, desnudarnos ante la gente, sin flagelarnos, para aprender (y que aprendan) de nuestros errores, ¡eso sí que es urgente! para que la gente crea en nosotros. ¿Cuándo vamos a empezar a hacerlo? Elaboremos la lista de nuestras miserias, pongámosla negro sobre blanco, para que se vea bien claro de qué hablamos, cuando decimos promover una forma nueva de hacer política. Y cuál es nuestro compromiso con ella. Digamos concretamente qué es lo que no queremos hacer para, a continuación , construir, entre todos, lo que queremos. Y hablemos claro, llamemos a las cosas por su nombre, sin ambigüedades, por aquello de que es fácil engañar muchas veces a unos pocos, pero es imposible engañar siempre a la mayoría. Pongámonos a trabajar, aunque no lleguemos a tiempo para las europeas.

Si no podamos primero no podremos después. ¡Podemos ya!