lunes, 17 de marzo de 2014

DEBATE LIBRE Y SERIO

Por José María Gruber.-

Es frecuente contraponer unos aspectos a otros para precisar lo que uno dice: “pobre, pero honrado”, “fea pero simpática”, “serio pero realista”, “libre pero responsable”... son ejemplos muy socorridos. Podía haber dicho “libre pero serio”, pero no, porque parecería que no considero serio el debate actual y, sobre todo, porque considero que, para que un debate sea verdaderamente libre ha de ser serio. Y, para mí, la seriedad empieza por comprometerse personalmente con lo que uno dice, aún a riesgo de estar equivocado, y hacerlo dando la cara. Por eso acostumbro firmar mis opiniones con nombre y apellidos, entre otras cosas, porque espero poder, en algún momento, profundizar en el debate, cara a cara, con mi oponente. Me resulta inútil discutir con personas escondidas bajo seudónimos.

Vaya toda esta introducción para referirme a algunos comentarios negativos, surgidos entorno a mi artículo, publicado bajo el título “PODER, PODAR, ...PODEMOS”, que animan poco a quien quiere abrir un debate sereno y constructivo, como es mi caso, sobre algo que nos importa a todos.

Se me acusa” de construir premisas para desarrollar mis argumentos o de “partir de un análisis completamente erróneo”, sin demostrar que mis premisas son inventadas y que mi análisis es equivocado. Y eso es muy grave. Igualmente, sin justificación alguna, se podría decir, de la iniciativa “PODEMOS”, que parte de premisas exageradas, que justifican la prisa por participar electoralmente y, por lo mismo, utilizar el carácter mediático de una persona para que encabece la lista, porque es el camino más corto. No van por ahí mis críticas, no acostumbro a descalificar en bloque una opinión o iniciativa. “PODEMOS” me merece respeto, máxime cuando se presenta como algo que está en construcción y habrá que esperar a ver en qué desemboca efectivamente.

Y me centro en “PODEMOS” porque me parece una de las iniciativas más interesantes del momento.

Mis premisas son que estamos en cuarto menguante y que dramatizar en exceso puede provocar prisas que siempre son malas consejeras.

Que estamos en cuarto menguante es algo indiscutible si hacemos una valoración no superficial de la situación. En los quince últimos años, el conjunto de los trabajadores y trabajadoras hemos perdido más de diez puntos en el reparto de la renta nacional, y ello, en beneficio, en la misma cuantía, de empresarios, banqueros, etc. Y, en los siete últimos, el paro ha llegado al extremo en que se encuentra actualmente. Ambas cosas influyen en todos los aspectos de la vida de la mayoría de la población. Y no sólo en la vertiente económica. Sino también en las relaciones entre las personas, en la falta de perspectivas, sobre todo, para los jóvenes, pero también para los parados maduros que difícilmente van a encontrar oportunidades para rehacer su vida, en la falta del sosiego necesario para pensar en buscar alternativas, en la falta de confianza en la organización, en el debate y la reflexión colectiva, en la falta de unión. “La soberanía popular tiene cada vez menos poder frente a los grupos económicos y la tupida red de tecnócratas que los representan”. ¿No es esto estar en cuarto menguante? ¿Cual es la razón por la que la mayoría de la población, los millones de directamente afectados (que son muchos), no responde masivamente, y nos contentemos con mitificar luchas que, sí, han sido exitosas, pero no han dejado de ser parciales, y su éxito no es una respuesta proporcional al daño general que se nos está ocasionando.

Esta crisis que es, fundamentalmente, de los banqueros, porque se les ha ido de las manos, viene acompañada del convencimiento, por su parte, de que no lo arriesgaban todo, porque no iban a encontrar una respuesta contundente y generalizada, porque iban a poder cargar sus consecuencias sobre la mayoría de la población. Y así ha sido. Estamos indignados. Pero también nos ha encontrado esta crisis desperdigados, desorganizados, desorientados. De ahí, entiendo, la inquietud que representan “PODEMOS” y otras iniciativas.

Que todavía queda margen para llegar a estar peor también parece claro. Y estoy convencido de que, quienes mueven los hilos del poder, lo tienen muy calculado. Que es urgente reorganizarnos es evidente. Pero no de cualquier manera. Que sea urgente ponernos en marcha no quiere decir que lo tengamos que hacer atropelladamente.

Por eso, no veo lo de presentarse a estas elecciones europeas. Y no es sólo que no lo vea conveniente, sino que creo que puede ser perjudicial. Es una opinión, pero no es gratuita.

Lo de “hacer nosotros política para que no la hagan otros por nosotros” es parte de la palabrería que denuncio. Quienes así se expresan saben muy bien que, en el mejor de los casos, la representación que se pueda obtener en las instituciones (que, por otra parte, descalificamos), además de ser una contradicción en sí misma, va a ser simbólica. Imagino a “nuestro representante electo” desgañitarse, toda una legislatura, ante un ejército, bien organizado, de sordos, e impacientarse ante todo el entramado burocrático que dichas instituciones tienen tejido. E, independientemente del desgaste que para la persona pueda suponer, va a perjudicar al movimiento, me temo, porque servirá para acomodarnos, para desmovilizarnos, esperando sentados que, “quien hemos enviado”, libre en solitario la pelea, porque sólo él está legitimado para hacerlo. Así nos lo habrán hecho creer. Servirá, para confirmar, en definitiva, en la conciencia de la gente, que ese es el camino, que las soluciones han de venir a través de las instituciones del sistema, que sólo se hace verdadera política participando en ellas. Hemos vivido directamente experiencias en ese sentido. No veo, por otra parte, que este cambio de concepción vaya a encajar en el espíritu del 15M, en el “no nos representan”, que siempre entendí que no sólo se refería a los políticos, sino también a las instituciones que representan.

Diferente sería que nuestra representación, aunque simbólica, llegase respaldada por un movimiento mínimamente consolidado, movilizado entorno a unos objetivos claros. Pero, en mi opinión, no es el caso. Empezamos la casa por el tejado. La popularidad mediática que algunas personas puedan haber adquirido puede desaparecer en cuanto esos medios, que no son nuestros amigos, se lo propongan. Y la iniciativa “PODEMOS”, tan personalizada en su principal promotor, puede ser víctima de su propia fuerza.

Hacer política de otra manera”, quizá, debería de haber empezado por preguntar, a quien quisiera responder, si deberíamos participar o no en estas europeas. Siempre me refiero a “estas” elecciones. El debate sobre participar o no electoralmente no es para mí una cuestión de principios, sino de oportunidad. Pero no, la decisión ya venía tomada y lo único que se ha pedido, con las firmas, ha sido el respaldo a esa decisión. Haber preguntado primero sería una verdadera novedad y, quién sabe, quizás hubiera servido para incorporar a la iniciativa al gran contingente de abstencionistas, muy superior al número de firmas obtenido por “PODEMOS”, dando un contenido político explícito a su abstención.

Se está trabajando “participativamente” sobre una propuesta de programa. ¿Quién hace esa propuesta? ¿Cabe una enmienda a la totalidad? ¿Hay tiempo para ello? Poder hacer sólo alegaciones o enmiendas parciales es el sistema habitual de los partidos y sindicatos, “oficialmente democráticos”. No descalifico el procedimiento, pero utilizarlo me parece poco novedoso.

Buscar nuevas formas de hacer política, que den respuesta a muchas de las cuestiones que nos acucian, no es en mí algo nuevo (ver, quien tenga paciencia, por ejemplo, artículos publicados ya en 2006, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=38159 y http://www.rebelion.org/noticia.php?id=35742 ). Mis conclusiones son fruto de un largo camino de reflexión y acumulación de experiencias: desde militar en un "partido-marxista-leninista-pensamiento-Mao-Tse-Tung-que-representa-a-la-clase-obrera-y-defiende-los-intereses-de-todo-el-pueblo", a participar intensamente en la Asamblea del 15M de mi localidad, pasando por la participación activa en la creación de un sindicato contrario al pacto social, en la fundación de asociaciones de vecinos, en el heróico nacimiento del movimiento ecologista en Cantabria... y, también, he participado en elecciones municipales, en las que hemos obtenido representación. Todo lo cual, no me da autoridad alguna, ni por ello, reivindico un respeto especial, pero me sirve para dar fundamento a mis opiniones. No son mis experiencias las únicas... pero son las mías, son variopintas, y pretendo fundamentarlas teóricamente, en base a información exhaustiva y contrastada, también sobre el desarrollo d "PODEMOS". Y, por supuesto, estoy abierto al debate libre y serio.

Presionados por el calendario electoral, veo que no hay lugar para proponer, por positivo, un camino distinto a seguir, y auguro que habrá que seguir debatiendolo, después, entre todos, cuando veamos los resultados del elegido. Habrá que hacerlo, ¡cómo no! Pero, al estar la decisión de participación electoral tomada y ser ésta el banderín de enganche que se nos ofrece, como mínimo, habría que dejar claro, desde ya, al menos, qué es lo que NO queremos hacer. De ahí lo de "podar primero". En ese sentido, creo determinante dejar claro qué consideración nos merece Izquierda Unida, de cara a la construcción de esa alterativa que necesitamos, qué sentido tienen esas reuniones con IU, si no hay más diferencias que las primarias abiertas o cerradas... Y, por lo mismo, aunque tenga menos importancia, qué papel representa en "PODEMOS" Izquierda Anticapitalista, hasta hace cuatro días suplicando un acercamiento, cuando no un lugar dentro de las filas de Cayo Lara y compañeros. En algún lugar he oido decir que, ante todo, hay que buscar la unidad con la gran masa no politizada. Es algo que pienso desde hace tiempo. La unidad entre siglas puede parecer el camino más corto, pero no asegura que sea el más firme ni el más fácil de transitar, máxime cuando algunas de esas siglas distan mucho de buscar un cambio real en su malherida estrategia.

Soy de los que creo que es necesario ilusionarnos. La conciencia se basa en razones, pero se consolida con emociones. No me considero ni optimista ni pesimista. Participo de la idea de que, "muchas veces, el optimismo no es más que una manera de esconder la pereza propia, la irresponsabilidad, la voluntad de no hacer nada. Es también una forma de fatalismo. Se espera, sobre todo, de los factores ajenos a la propia voluntad y laboriosidad, se los exalta, y la persona parece arder en ellos con un sacro entusiasmo. Y el entusiasmo no es más que una externa adoración de fetiches. La reacción necesaria (el verdadero optimismo) debe partir de la inteligencia. El único entusiasmo justificable es el acompañado por una voluntad inteligente, una laboriosidad inteligente, una rica capacidad de inventiva de iniciativas concretas que modifiquen la realidad existente" (Gramsci. Cuadernos de la cárcel).

Espero que, quien sienta la necesidad de rebatir mis opiniones. lo haga con argumentos.

Por último, decir, que he hablado demasiado de mi persona, y que no lo volveré a hacer. Que hablaré de mis opiniones sin perder de vista que son sólo eso, opiniones. Y que me interesa el debate a nivel de Cantabria y a él me circunscribiré. Por muchas razones, no creo en iniciativas que nos vengan del cielo, del centro, o de la capital del Estado. Menos aún, de la Televisión.