domingo, 7 de abril de 2019

1 DE ABRIL Y LA MEMORIA DEL VENCEDOR


Las cosas que pasan se recuerdan,  se celebran, o se olvidan.

Este 1 de Abril se han cumplido 80 años del final de la Guerra Civil española. El famoso parte de guerra del vencedor, Franco, condensa todo lo ocurrido antes y después de aquella fecha. "Cautivo y desarmado... la guerra ha terminado... "Y empieza la represión", debería haber dicho, con todo el fundamento.

Hay quienes celebran esa efemérides con pasión y fervor. No son mayoría. Hay quienes lo celebrarían, con gusto, pero no se atreven. Éstos puede que sí sean una mayoría importante. No tienen claro si ese hecho histórico, después de 80 años, debería celebrarse. Pero prefieren no significarse ni en un sentido ni en otro. Mejor será olvidarlo dirían. Y estamos quienes no queremos olvidarlo, aunque no sea más que para poder expresar nuestro rechazo, año tras año. Hay cosas que se podrían olvidar, pero nunca perdonar. Y esta es una de ellas.

El parte del 1 de Abril de 1939, no por escueto (apenas dos líneas) dejaba de tener mucho contenido. Se trataba de instaurar una especial manera de entender la victoria, una cultura del vencedor. Siempre se dijo que saber perder cuesta, pero que saber ganar distingue a las persona y a los pueblos. Y, quienes ganaron aquella guerra, demostraron no saber ganar.

Durante cuarenta años, hubo vencedores y vencidos. Entre los vencedores hubo quien se benefició de la victoria, quizá no la mayoría. Recibieron un trato privilegiado. Pero sí hubo una mayoría que, sin obtener ningún beneficio a cambio, le bastó el orgullo de sentirse vencedora. Es la pobreza de quien no sabe vencer, es el fascismo de los pobres.

Inevitablemente, me viene a la cabeza la imagen del genial cuadro de Velázquez, "Las lanzas o La Rendición de Breda". Es un cuadro-crónica, representa un hecho histórico, la victoria de los tercios españoles sobre el ejército holandés en la ciudad de Breda. Velázquez no estuvo allí para pintar una instantánea fidedigna sobre lo ocurrido. No se inventó los personajes, los conocía, no retrató sus gestos, su postura, su indumentaria, no los vio, se los imaginó, y creó una composición pictórica genial. Y, sobre todo, reflejó, con toda intención y detalle, una manera grandiosa de entender la victoria. Ni cautivo ni desarmado el ejército holandés. Humildad y dignidad por parte del vencido, y generosidad y respeto por la del vencedor. Eran tiempos en que España era grande materialmente, el mayor imperio del mundo. Pero, Velázquez quiso resaltar (o quizá desear), que España fuera una nación no solo grande sino grandiosa, que no es lo mismo, una nación que sabía vencer. Al menos, Velázquez nos pintó eso, un vencedor, Ambrosio de Spínola, que sabe recibir, con respeto y, diría yo, con ternura, de manos del vencido, las llaves de la ciudad conquistada, Breda. "Vencer y perdonar es vencer dos veces" diría Calderón de la Barca. Velázquez, es posible que soñara con una nación grandiosa, que descubría nuevos mundos, sí, pero que no los invadía, que llevaba desinteresadamente sus conocimientos, sí, a los nuevos conocidos, pueblos a los que no sojuzgaba. El cuadro de "Las lanzas" me inspira más esto que lo contrario.

El hecho puntual del aniversario de aquél parte sanguinario ("cautivo y desarmado...") debe, sin embargo, enmarcarse en toda una cultura histórica de un modo de victoria. El fin de la guerra, en sí, pudo ser solo una efemérides, una anécdota. Pero la España de vencedores y vencidos ha marcado toda la vida de la mayoría de la gente, durante cuarenta años, y también, después. Y pervive en los momentos actuales. Solo así se entiende que la cuestión de la memoria histórica siga siendo un arma electoral.

Desde el punto de vista político, no tendría por qué tener un coste electoral, para ninguno de los partidos, reconocer que las víctimas de la represión franquista tienen derecho a una reparación, a recuperar los restos de los seres queridos, a enterrarlos dignamente. Es una cuestión de humanidad, mundialmente aceptada. A quienes "trabajaron tanto" por alcanzar el consenso de la transición "se les olvidó" buscar el consenso también en honrar a los represaliados y a los muertos. ¿Qué perdería cada partido si todos llegaran a ese acuerdo?

La pregunta obligada es la siguiente: ¿por qué es imposible imaginar, siquiera, un acuerdo de todas las fuerzas políticas, que sirviese para cerrar, de una vez por todas, la herida que dejó la represión fascista, y que, el acuerdo de la transición dejó y sigue abierta? ¿Por qué ni siquiera nos lo preguntamos? Y es que no hablamos de muertos en la guerra, los hay de los dos bandos, sino de represión de los vencedores contra indefensos vencidos.
 
Para mí, ni PP, ni Cs, ni Vox quieren que desaparezca el fantasma de la derrota-victoria. Para estos partidos, el recuerdo, el miedo vivido o transmitido de generación en generación, la conciencia de que hubo derrota y represión para quienes tuvieron la osadía de defender su libertad frente a los grandes poderes, no debe desaparecer. Es fundamental que se mantenga. Los poderes que representan no consentirán que esa conciencia de la derrota se la lleve el olvido, debe permanecer, por los siglos de los siglos, en las mentes y corazones rebeldes, para que desistan, para que teman las consecuencias, para que se conformen o, mejor dicho, se resignen. Personalmente creo que, hasta al PSOE, en lo más profundo de su sentir, le interesa que ese fantasma, el de la victoria-derrota, el miedo, permanezca. Siempre nadó entre dos aguas. Entre el poder y los votos. Se le nota que tiene miedo a la gente, a la que se manifiesta espontáneamente, a la que se rebela, a la que desobedece, a la que no se conforma, a la que no se resigna, a la gente normal.

¿Cómo luchar contra ese fantasma?

No estamos hablando de espíritus evanescentes, sin cuerpo, sin reloj, sin calendario, ajeno a la realidad. Pero sí de algo que, sin ser material, está presente y condiciona la vida de las personas, también la material, su ideología, la cultura, las instituciones, las leyes, el poder. Todo eso se puede cambiar. Y, como dice la sabiduría china, "Todo el que venza el miedo a los fantasmas, acabará siendo temido por ellos". Tienen el poder, pero también tienen miedo. El asunto de las cloacas de Interior lo demuestra. Y el silencio con que se ha querido enterrar el asunto también. El recuerdo y la vida material de una generación podrá desaparecer con ella, pero ¡ojo!, su miedo, cuando responde a vivencias profundas, se hereda fácilmente, como si fuera algo genético, y es difícil desembarazarse de él. Ese es nuestro reto.     

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