El tema de la prostitución es un
tema recurrente que aparece y desaparece cada cierto tiempo, y uno no acaba de
saber por qué.
Ahora, la polémica se centra en
si los y las "trabajadoras" del sexo deben o no tener derechos, como
tales "profesionales". Y si la postura del Gobierno de impugnar la
inscripción en el registro de un "sindicato de trabajadoras del sexo"
supone una merma o no en los derechos de esas personas.
La polémica prevalece, sin duda,
porque no es fácil mojarse, entrando en el fondo del asunto, y sí centrarse exclusivamente
en las consecuencias que la actividad de la prostitución produce, como un hecho
inevitable, y no en sus raíces, su contenido.
Con la prostitución ocurre como
con el racismo. Nadie se declara racista, aunque inmediatamente se queje de que
tiene un "tal vecino gitano" que le hace la vida imposible.
Con la prostitución pasa lo
mismo. La mayoría no se atreve a decir que es una actividad digna. De hecho, nadie
quisiera que su madre, hija o hermana se dedicase a tal actividad. Pero,
enseguida se pasa a hablar de la situación y derechos de las personas que se
dedican, libremente o no, a la prostitución. En el fondo quizás es que
consideran que no es una actividad tan indigna que merezca un rechazo o, cuando
menos, un debate, aunque produzca situaciones personales de verdadera
indignidad para las personas que la practican.
El debate real debería hacerse
sobre el contenido mismo de la prostitución. Con honestidad y con realismo,
llamando a las cosas por su nombre.
Pero si se trata de hablar de las
consecuencias de esa actividad, de lo que la rodea, también hay bastante de lo que
hablar.
La polémica sobre el sindicato de "trabajadoras del sexo" tiene poco recorrido.
La Ley Orgánica de Libertad Sindical, en su
artículo 3º, es muy clara: "... los trabajadores por cuenta propia que no tengan
trabajadores a su servicio, los trabajadores en paro y los que hayan cesado en
su actividad laboral, como consecuencia de su incapacidad o jubilación podrán
afiliarse a las organizaciones sindicales constituidas con arreglo a lo
expuesto en la presente Ley, pero NO (podrán)
fundar sindicatos que tengan
precisamente por objeto la tutela de sus intereses singulares, sin perjuicio de
su capacidad para constituir asociaciones al amparo de la legislación
específica".
¿Por qué los trabajadores asalariados reciben, en nuestra Constitución, un
tratamiento especial que no tienen otras
u otros trabajadores? ¿quizá porque los asalariados representan una
mayoría aplastante y que cada vez va a más? ¿o quizá porque la relación
patrono-obrero es la que con mayor peso representa las señas de identidad de
este sistema democrático-liberal?
Por otra parte, la jurisprudencia también es clara
al respecto. El Tribunal Supremo, ya en 1980, declaró que "el
derecho a fundar sindicatos, reconocido
en el artículo 28 de la Constitución, sólo puede ser legalmente ejercido por
los trabajadores en activo, es decir, vinculados
al empresario por contrato de trabajo (asalariados), sin que pueda ser reivindicado
por trabajadores en paro o en desempleo, subsidiado o no (se trataba de la
legalización de un sindicato de parados), con lo que establece por primera vez una
interpretación jurisprudencial de la Constitución en esta materia" y que
aún sigue vigente. "Trabajadores
en activo... vinculados al empresario por contrato de trabajo"
Otra cosa es que los y las
"trabajadoras del sexo" tengan o no derecho a asociarse para defender
sus intereses. Pero no a constituir sindicatos con las características y prerrogativas
que la Ley de Libertad Sindical establece para ese tipo de organización. Se
trataría del derecho genérico a asociarse que la Constitución otorga. Es
inexplicable, por tanto, que a la Ministra del ramo le hayan podido meter
"un gol por la escuadra" de tal envergadura.
No se trata, pues, de una negación o
merma de derechos el hecho que el Gobierno rechace la inscripción del
mencionado sindicato (por mucho que lo digan algunas reconocidas feministas).
No se trata de una merma. Se trata de delimitar cuáles son los derechos
constitucionales de todos los ciudadanos y ciudadanas de este país.
Los y las "trabajadoras del
sexo" por supuesto que pueden asociarse para reivindicar sus derechos y
defenderlos.
No podrán hacerlo como asalariadas pues el Código Penal, en su
artículo 187, especifica que
"el que,
empleando violencia, intimidación o engaño, o abusando de una situación de
superioridad o de necesidad o vulnerabilidad de la víctima, determine a una
persona mayor de edad a ejercer o a mantenerse en la prostitución, será
castigado con penas de prisión... quien se lucre explotando la prostitución de
otra persona, aún con su
consentimiento”. No se puede "emplear" prostitutas, tenerlas como
asalariadas, es delito, y los chulos y proxenetas son delincuentes.
Sí podrán, sin embargo, hacerlo
como trabajadoras y trabajadores autónomos
y organizarse como asociación, cumpliendo los requisitos que establece
el reglamento que regula la inscripción en el Registro Nacional de Asociaciones.
¿Cuáles son los derechos de los y
las trabajadoras autónomas? Los más
importantes derechos son los del acceso universal a la Seguridad Social, a la libertad
de iniciativa económica, al desempeño de su actividad con autonomía, a la
igualdad ante la Ley y a no ser discriminados, a la percepción puntual de la
contraprestación económica convenida, a la
prevención de riesgos laborales, etc.
Los derechos y deberes de los y las
trabajadoras autónomas vienen recogidos en el correspondiente Estatuto. El Art. 1, del Estatuto del Trabajador Autónomo define a los autónomos
como “aquellas personas físicas que realicen de forma habitual, personal,
directa, por cuenta propia, y fuera del ámbito de dirección y organización de
otra persona, una actividad económica o profesional a título lucrativo”.
Los
deberes son los relacionados con las obligaciones en materia de seguridad y
salud en el trabajo, afiliarse y cotizar al régimen de seguridad social
correspondiente, cumplir con las obligaciones derivadas de los contratos por
ellos y ellas celebrados, cumplir con las obligaciones
fiscales y tributarias (declaración de IRPF, IAE, IVA ...).
¿Imaginamos a
todas las personas que ejercen la prostitución cumpliendo con tales requisitos?
No, pero son los que se exigen a todas aquellas personas que desean ejercer una
actividad profesional por cuenta propia.
Los
trabajadores autónomos no tienen patrón,
tienen clientes. En el caso de los autónomos del sexo, sus clientes son los
puteros. Con ellos contratarán sus servicios, les deberán dar factura por el
cobro de los mismos, y declarar a Hacienda el importe global de la facturación con la relación de nombres de sus
clientes. ¿Imaginamos una asociación de puteros? ¿Se federarían en la
CEOE-CPYME?
Es llamativo
que quienes reivindican justamente el
derecho a asociarse y organizarse, ponen el acento, casi exclusivamente, en el
derecho a afiliarse a la Seguridad Social, a la atención sanitaria y a cobrar
el paro. En su tabla reivindicativa hablan poco de condiciones dignas de
trabajo (¿hay condiciones dignas en su trabajo?), tales como el derecho a la
higiene en la relación sexual, el uso obligatorio del condón, el trato
respetuoso, el pago justo del precio convenido, la libertad de consentir o no...
Parecería que estos aspectos no son, para ellos y ellas relevantes. Y dicen que
ejercen la prostitución libremente. ¿Se imagina alguien la negociación
colectiva de estos aspectos? ¿Con quién los negociarían? ¿No sería una
negociación "clandestina"? ¿Quién firmaría el acuerdo en nombre de
los puteros?
Decididamente,
este debate está enmarcado en la lamentable tendencia imperante a la mercantilización de toda
relación humana. "Todo lo que se vende se puede comprar" y viceversa.
¿No hay un límite para esa afirmación?
El límite no
vendrá solo de la mano de posibles regulaciones, de leyes y derechos, que también, sino del
modelo de relaciones humanas que queramos implantar. Es cierto que la
prostitución es una de las "profesiones" más antiguas. También era
antigua la esclavitud y fue erradicada formalmente desde hace mucho tiempo en
la mayoría de países culturalmente avanzados. Es cierto que la prostitución
está ahí y no podemos ignorarla. El reto está en determinar las causas que la
producen, cuáles son naturales, cuántas fomentadas, cuántas individuales,
cuántas colectivas... Y erradicarlas.
Pero ese
debate sobrepasa el alcance de estas líneas.
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