jueves, 25 de julio de 2013

CONSTRUYENDO... 1




Documento elaborado por Pedro y Jacobo

Nota.- Este texto, en principio estaba pensado para pasárselo a colectivos afines y, de hecho, Pedro y Jacobo lo presentaron ya a algunos de ellos. Su intención era ir ampliando, en círculos concéntricos, su divulgación.


POR UN PARTIDO DE LOS/AS
TRABAJADORES/AS CÁNTABROS/AS
(posición B+C)



INTRODUCCIÓN

Las personas que elaboramos este documento partimos de la existencia de dos hechos para nosotros fundamentales:

1.      Existencia de un pueblo o nacionalidad cántabra.
2.      Que esa nacionalidad tiene una división interna en clases sociales.

Nosotros, como miembros de una clase concreta (la trabajadora) y de una formación social específica (la cántabra) creemos que necesitamos dar una respuesta propia y organizada a todos los niveles (político, social, cultural…) que supere planteamientos y visiones globalistas de carácter interclasista, actualmente expresados en un ciudadanismo asfixiante que lo inunda todo, empezando por gran parte de los sectores pretendida o supuestamente contestatarios o antisistema/anticapitalistas.

Quienes elaboramos este documento, asumiendo nuestra propia experiencia personal y política, y observando la situación actual, entendemos que es necesario y vital la existencia de una organización política que parta, responda y represente los intereses de la clase trabajadora cántabra.

En una sociedad clasista y dependentista como en la que vivimos, donde, en esencia, un sector social se conforma como la gran clase propietaria y dominante (la burguesía, en sus variadas fracciones) y otro, como mano de obra productora y generadora de plusvalor, con carácter subordinado (clase obrera) mientras, al mismo tiempo, se agudizan los procesos de centralización y concentración a todos los niveles (imperialismo-centralismo) es vital, si queremos superar este escenario y voltear la situación, la organización política de los/as trabajadores/as cántabros/as como clase consciente y autónoma para la toma del poder.

Así, creemos necesario impulsar un debate al respecto con el objetivo de conformar un partido como instrumento estratégico de los y las trabajadoras cántabras.

CLASE OBRERA, LA NUEVA IZQUIERDA OCCIDENTAL Y LA ANTIPOLÍTICA POPULISTA

Desde nuestra perspectiva, vemos que hoy día la mayoría de la autodenominada izquierda política y social ha abandonado el planteamiento de clase, y también el de pueblo (aunque éste en realidad, muchos/as nunca lo asumieron realmente) adoptando posiciones ciudadanistas más o menos críticas o complacientes, acordes con el pensamiento liberal en sus diversas variantes, e inherente a la superestructura ideológica dimanada del capital y el estado burgués español.

Este planteamiento, además, no sólo acaba con el concepto de clase, fomentando el individualismo e integracionismo, sino que acaba con otras identidades colectivas, especialmente la de los pueblos o naciones carentes de soberanía e instrumentos institucionales para articularse y organizarse.

En síntesis apreciamos que se han generado en nuestra historia más reciente, y en la actualidad, tres hechos básicos:

Primer punto. De la izquierda socialista obrera a la izquierda liberal ciudadana

Entendemos que se ha producido una reconfiguración de la izquierda. Así, hemos pasado de planteamientos centrados en la clase trabajadora y el antiimperialismo, con el socialismo (apropiación de los medios de producción y organización del trabajo) la planificación (como forma más justa y racional de desarrollo económico-social) la lucha contra la dependencia a todos los niveles (soberanía nacional) y la toma del poder por la clase obrera (o destrucción del poder burgués) como ejes centrales de la acción y configuración sociopolítica; hacia una visión donde se abandona mayormente el conflicto de clase y antiimperialista, sustituyéndose por la ciudadanía y la sociedad civil, aceptándose con mayor o menor crítica la democracia liberal burguesa y un sistema económico capitalista (eufemísticamente llamado de libre empresa) y adoptando unos valores reformistas a todos los niveles. Así, la aplastante mayoría de lo que hoy día se entiende por izquierda en Cantabria, y en general en el estado español y gran parte de Europa, queda enmarcada por unos planteamientos liberales de corte más o menos progresista.

El eje fundamental de la identidad política de la izquierda actual pasa por la adopción de ciertos valores (laicismo, respeto y tolerancia, pacifismo, derechos de ciertas minorías –inmigrantes, gays, mujeres, gitanos–…) búsqueda del consenso entre los actores implicados (instituciones, mundo empresarial, ciudadanía-sociedad civil) confianza en los organismos internacionales y fortalecimiento de los mismos (ONU, UE) aceptación y valorización de la democracia liberal burguesa, aunque con ciertas reformas en clave “inclusiva”, ciertos grados de ecologismo (“decrecimiento” en los sectores más pretendidamente radicales) acción solidaria a través de la ayuda e intervención humanitaria así como valorización del mundo de las ONGs, y un sistema capitalista con ciertas medidas paliativas de la desigualdad social más visible y exacerbada, apoyado sobre todo en la pequeña y mediana empresa, cierto control sobre las grandes multinacionales y la banca, y un mayor desarrollo del denominado tercer sector.

Al mismo tiempo, la toma del poder es rechazada categóricamente o, simplemente, se ve reducida a la ocupación de un gobierno vía electoral o, más frecuentemente y por incapacidad, a la participación en él vía coalición o pactos post-electorales, sin plantear un escenario de superación o reforma profunda de las instituciones políticas. Llega así a teorizarse un concepto evolucionario del supuesto cambio que pretenden encarnar, rechazando la adopción de vías revolucionarias o transformaciones más profundas y radicales, o apostando, como mucho, por la creación de micromundos alternativos fácilmente aislables y/o absorbibles dentro del actual modo de producción y sistema político.

Si este es, de manera breve, el horizonte general ideológico y “transformador” marcado por la mayor parte de las izquierdas con un mínimo de implantación –y gran parte de las “marginales”– en Cantabria, el estado español y Europa (partidos verdes, IU-PIE, centroizquierda, etc.) después observamos cómo la práctica a veces ni siquiera llega a eso, plegándose en muchas ocasiones a la realpolitik del neoliberalismo y el imperialismo más agresivos y conservadores, e incluso dándoles una cobertura “progresista”[1].

Segundo punto. Desplazamiento de la clase obrera como actor socio-político

Asociado a la basculación de la izquierda desde parámetros mayormente socialistas hacia otros de matriz democrático-liberal-progresista, tenemos un desplazamiento de la clase obrera como sujeto y actor socio-político fundamental. Ese desplazamiento, reforzado por la propia acción integracionista y claudicante que con el tiempo han desarrollado muchos de los principales instrumentos y organismos del movimiento obrero (partidos socialdemócratas y comunistas, sindicatos, mundo cultural e intelectual asociado) junto con la crisis, desprestigio y caída del llamado “socialismo real” del este de Europa, ha venido a suponer una progresiva exclusión de la clase trabajadora de la acción política. No ya sólo ideológicamente, sino como sectores sociales organizados autónomamente y con participación mayoritaria en las estructuras de dirección de la izquierda y en los ámbitos de confrontación de la superestructura del estado. Basta con echar una ojeada a los y las parlamentarias de las cortes y parlamentos autonómicos, o a la propia configuración de las listas electorales, donde la clase obrera es la gran ausente.

Este proceso, además, viene consolidado en la medida en que se produce el paso de una sociedad fundamentada en la producción material a otra donde la llamada producción inmaterial y terciarización adquieren cada vez más importancia, con un aumento del crédito y un consumo de masas cada vez más exacerbado. La desindustrialización parcial y reducción del sector primario en Europa producido sobre todo entre los 70 y 90 del siglo pasado, aunque con matices importantes dependiendo del territorio y los sectores económicos (siderurgia, minería de hierro y el carbón, lácteos, pesca, etc.) pero especialmente virulento en las áreas periféricas y dependientes de Europa (arco atlántico, este europeo…), ayuda a cimentar una identificación social diferente, en la que la vinculación con el trabajo y el producto realizado da paso a una identidad social configurada en gran medida sobre la base de lo consumido. Así una lógica identitaria sustentada en una clase obrera más o menos consciente queda fuertemente golpeada. Empleados, asalariados, clases medias, ciudadanos, contribuyentes o, a nivel más marginal, guetización triburbana, vienen a constituir los sustitutos identitarios de partes importantes de la mayoría social trabajadora y productora, facilitando la segmentación y fragmentación del proletariado europeo y cántabro.

A nivel cultural, el valor dominante que irradia el centro social y metropolitano es tan fuerte, que el resto de culturas-identidades sólo pueden definirse por su distancia o asimilación con respecto a ese centro. Esto es, el ciudadano-consumidor asimilado, o la marginalidad, guetización o la tribu urbana. En los aspectos más relacionados con el sistema identitario-cultural cántabro, eso se traduce en la españolización directa o en una folclorización regionalizante provinciana.

Así, este proceso de desintegración de la clase obrera con conciencia para sí, y su progresiva ciudadanización, ve sustituido un horizonte ideológico donde el control de los medios de producción era un aspecto fundamental, hacia otro donde la crítica no se expresa a través de la propiedad y el poder, sino simplemente en una mejora de los servicios proporcionados por las empresas y las superestructuras jurídico-políticas y culturales (administraciones públicas, sindicatos, asociaciones de barrio…) siendo este proceso, además, especialmente fortalecido en situaciones de crecimiento económico.

Con ello, asistimos a un círculo vicioso donde el desplazamiento ideológico de la izquierda desde el socialismo hacia el liberalismo que comentábamos antes, se ve reforzado, mientras la clase obrera va desapareciendo como sujeto con conciencia y organizado social y políticamente, quedando los referentes ideológicos por ella misma generada arrinconados. Funcionarios, trabajadores de ONGs, empresarios, autónomos –sobre todo profesionales liberales–, cuadros técnicos superiores, liberados y miembros del aparato, etc., cooptan los espacios fundamentales de decisión, dirección, confrontación y acción política de la autodenominada “izquierda”. Ello termina traduciéndose en una auto-exclusión, un desencanto y en una falta de identificación progresiva de amplias capas de la clase trabajadora cántabra y del resto de Europa, que en muchos casos no se sienten representados por esas mismas estructuras, especialmente en un contexto de crisis económica como el actual donde la capacidad integradora del sistema se ve reducida ampliamente. Así se produce un alejamiento de la política, y en muchas ocasiones hasta de las reivindicaciones más básicas (laborales, ambientales, vecinales, democráticas…) Dependiendo del contexto, este desencanto se puede incluso terminar traduciendo en el apoyo por parte de sectores más o menos extensos de la clase trabajadora a opciones populistas, autoritarias, conservadoras, abiertamente ultraderechistas y/o nacional-estatalistas, etc. Obviamente no queremos decir que el hecho de que con una mera sustitución en la dirección política por personas de la clase obrera, se vaya a revertir la actual izquierda liberal en socialista, pero sí nos parece sintomático de la tendencia que confirmábamos en el punto anterior, y del consecuente alejamiento de las estructuras de la actual izquierda de las vivencias, experiencia y sentimientos que se encuentran entre la población trabajadora.

Tercer punto. Extensión del populismo de la antipolítica

Esta reconfiguración de la izquierda, junto con el desencanto palpable de amplios sectores de la clase trabajadora, se traduce en el estado español en la extensión de la ideología de la “antipolítica”: todos son iguales, la política da asco, la ideología no importa importan los ciudadanos, ni izquierdas ni derechas, etc.

Este fenómeno; en parte impulsado y ayudado por los poderes fácticos y asumido por un sector considerable de los movimientos sociales y la militancia crítica; no es más que una visión falsa que enmascara una acción política real y que, en la práctica, no dificulta ni debilita las opciones más reaccionarias del espectro sociopolítico, sino que las fortalece, desplazando y marginando alternativas políticas estructuradas, o por estructurar, normalmente de la autodenominada izquierda (sea en su vertiente más liberal democrática o los restos más socialistas) o, incluso, de partidos y movimientos nacionalistas no-españoles aunque estos no necesariamente se vinculen directamente a la izquierda.

Se desarrolla así un discurso tecnocrático, presentado muchas veces como regeneracionista, que plantea una gestión pretendidamente neutra, racional y científica, al servicio de los “verdaderos intereses y necesidades de los ciudadanos”, y por encima de cualquier planteamiento y proyecto político. De esta forma queda enmascarado un planteamiento de recentralización y españolización a todos los niveles –político, cultural, económico– mientras se asume el sector público como un lastre e ineficaz, igualando eficiencia a privatización.

Con este discurso igualmente se pretende también evitar y anular el debate sobre el modelo de estado, sociedad y país, destruyendo o buscando impedir la formación de una conciencia de clase y pueblo. En este sentido el discurso antipolítico cumple también otra función, al desviar la atención centrando los ataques en una supuesta “casta de políticos” –y en algunos casos hasta sindical– como generadores de todos los males “ciudadanos”, sin ser capaces de hacer distinción e igualando a todos –da igual que sea PP, Bildu, Gordillo, LAB, SAT, SUC, CCOO, etc.– y sin pronunciarse jamás sobre el estado, superestructura política que actualmente sostiene el sistema parlamentario, mientras la patronal y la burguesía pasan desapercibidos y se implementa la hoja de ruta reestructuradora; disfrazada de regeneracionismo; por parte de la clase dominante.

En este sentido el rechazo genérico a las estructuras organizadas de la clase trabajadora (partido, sindicatos, organización juvenil, asociaciones culturales…) implica la destrucción de las posibilidades de poder generar una autonomía propia del proletariado del país, verdadero cometido ideológico de la mercancía de la anti-política. Este es el gran éxito y misión del híper-desarrollado capital informacional (medios de comunicación) Así se da la paradoja de que en una situación donde las condiciones sociales de pobreza, paro, dependencia y centralismo están empeorando, no existe realmente una plasmación política medianamente sólida que defienda los intereses del pueblo trabajador cántabro, ni ninguna fuerza organizada hasta ahora capaz de frenar, siquiera parcialmente, los grandes ejes de la agresión imperial-capitalista contra las conquistas que hasta ahora se mantenían.

ALGUNOS DATOS ACTUALES

Una situación como la actual, con un 18,6% de paro oficial registrado en el primer trimestre del 2012 y con 56.341 desempleados/as para diciembre del mismo año[2], con una disminución constante del poder adquisitivo de los/as trabajadores/as –los salarios cántabros pasaron de representar el 47,91% del PIB en 2008, al 45,36% en 2010, un 2,55% menos[3]– más el aumento de los recortes sociales e incremento de la pobreza y la emigración (ya de por sí una lacra antes de la crisis para las clases populares de este país) ponen de manifiesto una situación cada vez más insostenible para el pueblo trabajador cántabro.

Si a esto, además, añadimos los males de un escenario de sometimiento socio-político y económico al estado español y la UE, junto con la situación actual de manifiesta pérdida de capacidad de autogobierno, agudización de la dependencia a todos los niveles, y planteamientos abiertos de recentralización y ofensiva españolizadora (agudizando los procesos que llevamos décadas sufriendo) el cuadro se torna bastante negro. Baste indicar la cada vez mayor concentración de inversiones y recursos en la metrópoli del estado. Así por ejemplo, la inversión extranjera directa productiva en Madrid entre 2009 y 2011 supuso el 55% del total del estado, pese a representar el 18% del PIB aproximadamente. En contraste Cantabria supuso sólo el 0,07% pese a ser el 1,26% del PIB estatal, la cifra más pequeña, si exceptuamos Ceuta y Melilla[4]. O el peso más bajo de los salarios cántabros en el PIB en comparación con la media del estado, un 2,84% menor en 2010 (45,36% frente a un 48,20%) y no digamos ya en comparación con los salarios de Madrid, donde la diferencia se agranda hasta a un 7,24% (52,60% del PIB para los sueldos madrileños)[5] lo que viene a suponer que de la riqueza generada, la cantidad que pasa a revertir a los y las asalariadas cántabras es menor en comparación, quedándose el resto en manos de la patronal, banca y grandes oligopolios, así como del estado y las administraciones públicas.

Muchas más cuestiones se podrían añadir como los procesos de destrucción y genocidio cultural y lingüístico, agresiones ambientales de las que el ejemplo más reciente es el fracking a través de los permisos concedidos por el Gobierno Central[6], la dependencia y destrucción del tejido productivo, la negación y restricción de derechos políticos para las nacionalidades (autodeterminación y papel de las fuerzas armadas en la unidad del estado), etc.

NECESIDAD DE LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA CLASE TRABAJADORA CÁNTABRA

La Cantabria actual se encuentra plenamente insertada en el capitalismo en una forma dependiente y subordinada. Bajo soberanía del estado burgués español, nuestra tierra adopta un papel periférico dentro del mismo y en el conjunto de la Unión Europea. En este sentido la carencia de instrumentos institucionales propios de autogobierno real, inciden en ese carácter subordinado y periférico del país frente al capitalismo español y el bloque imperialista europeo en el que éste se incardina. Las condiciones de explotación y dominación que se desprenden de este mismo sistema descargan su peso fundamental sobre la mayoría social trabajadora y productora del país, encarnada fundamentalmente en la clase obrera de la que los sectores dominantes extraen las plusvalías producidas.

Es evidente que los sectores sociales que se benefician de este sistema no van a dejar que se les quiten sus privilegios. Para ello disponen de gran cantidad de recursos, del control de las superestructuras jurídico-institucionales (estado, judicatura, monopolio de la violencia…) de apoyos internacionales, así como de recursos mediáticos y culturales para la formación y alienación de la población trabajadora, además de la estructura económica de este modo de producción, base de su poder y dominación.

Ante los medios de los que dispone la burguesía y su imperialismo-centralismo, es necesario llevar a cabo un trabajo muy organizado, disciplinado, constante, meticuloso y bien planificado, con inteligencia, desarrollando nuestra propia agenda política, con un programa estratégico claro a largo plazo, y los correspondientes pasos tácticos intermedios. Por ello, y para superar la situación antes esbozada, los y las trabajadoras cántabros debemos organizarnos autónomamente, desarrollar nuestras propias estructuras, organizaciones, planteamientos teórico-políticos y un plan estratégico-táctico adecuado a la realidad y ritmos del país. Y para ello es fundamental construir un referente político de la clase obrera cántabra. Creemos que histórica y actualmente, la organización es la única arma verdaderamente eficaz para la liberación de los y las oprimidas, y es este el sentido con el que contemplamos al partido como un medio fundamental, como una herramienta, para desarrollar y avanzar en la lucha de liberación social y nacional.

El partido como instrumento creador de conciencia

Una clase y un pueblo pueden existir sobre la base de la existencia de unas condiciones objetivas que los definen, pero para que se conviertan en sujetos activos y autónomos, es necesario el desarrollo de las condiciones subjetivas, es decir, de la conciencia, en este caso como clase obrera y pueblo cántabro (en síntesis pueblo trabajador cántabro)

Sin conciencia, sin esa “realidad subjetiva”, cualquier esfuerzo por superar la opresión nacional de clase será completamente infructuoso. Por ello mismo, el poder imperialista burgués español despliega una gran cantidad de instrumentos cultural-formativos y propagandísticos, para desarrollar y fomentar la alienación entre la población trabajadora, con la idea de que no se propague y expanda una conciencia de clase y de pueblo que pudiera poner en peligro su hegemonía.

Para poder desarrollar las “condiciones subjetivas” es vital agrupar al elemento más consciente del mundo del trabajo de esta tierra, articulando y desarrollando un discurso político-ideológico desde la teoría y la acción, es decir, la praxis, que ayude a agudizar las contradicciones del sistema e incremente el nivel de conciencia y lucha general permitiéndonos llegar a la toma del poder total por parte de los/as trabajadores/as. Toma del poder que se materializa en la República Socialista Cántabra como expresión histórica del pueblo trabajador cántabro.

La organización política sin duda adquiere un papel central, por cuanto debe conformarse como ese instrumento aglutinador de los núcleos más conscientes y militantes de entre los/as asalariados/as del país, así como agente dinamizador e irradiador de conciencia en base a la acción socio-política a todos los niveles.

Por tanto en la confrontación de clase y nacional, dadas unas condiciones objetivas (materiales) es determinante un trabajo político para el desarrollo de la “subjetividad obrera cántabra”. Sin este trabajo es imposible la expansión y maduración de una conciencia de clase y pueblo. A su vez el desarrollo de la acción política necesita de una estructura desde donde socializarse, el partido. Así, se puede decir que sin estructura no hay subjetivización –concienciación– y, por lo tanto, no hay existencia política de la clase trabajadora y la nación cántabra como tal. Es decir, sólo a través del trabajo político mediante sus propias organizaciones es como el pueblo trabajador cántabro puede adquirir un nivel de subjetivización tal, que permita establecer o reconocer a los elementos que caracterizan a la clase obrera del país, esto es las divisiones, distinciones, condiciones y condicionantes que le son propias o impuestas.

Carácter del partido de los trabajadores cántabros: socialismo y liberación nacional

Partimos de la base de que para que los y las trabajadoras cántabras nos constituyamos en motor de un cambio social acorde a nuestros intereses, es estrictamente necesario superar a la izquierda liberal, y reconstruir la izquierda obrera recuperando el pensamiento y la acción en clave socialistas. Socialismo que sólo puede entenderse como la apropiación por parte de los y las trabajadoras de todos los medios de producción así como de la organización del trabajo y, por supuesto, del correspondiente poder político y cultural.

E igualmente, como parte de un pueblo sin soberanía, entendemos que para que el avance de la clase obrera cántabra hacia el cambio socialista sea efectivo, porque forma parte de nuestro derecho colectivo como pueblo, y para mejorar nuestra situación económica, social, política, ambiental y cultural, es fundamental que el pueblo trabajador cántabro disponga del más absoluto control sobre nuestra tierra a todos los niveles: planificación y recursos económicos, naturales y financieros, poder político y de decisión, relaciones internacionales, defensa, marco laboral y seguridad social, soberanía alimentaria, desarrollo cultural y patrimonio lingüístico, derechos y libertades, etc.

SOBRE LA ORGANIZACIÓN, PARA EL DEBATE

Partiendo del breve análisis anteriormente esbozado, nos parece interesante y necesario llevar a cabo un debate sobre la necesidad de articular y organizar alternativas y referentes políticos por, para y desde la clase trabajadora cántabra.

En este sentido; como aspectos para tener en cuenta en el debate; entendemos que el nivel de conciencia, organización y objetivos marcados son puntos fundamentales a la hora de juzgar, definir y caracterizar a un partido:

1.      Conciencia, como expresión de su capacidad política y analítica con respecto al mundo y realidad en que se mueve.
2.      Organización, como expresión de su capacidad operativa, número de militantes, estructura y formas organizativas, etc.
3.      Objetivos a conseguir, como expresión de su identidad política, nacional y de clase (socialismo, mejoras laborales, independencia/colaboracionismo, aumento del beneficio empresarial, nacionalismo español, facilidad para el despido, etc.)

Igualmente, otro aspecto que entendemos es importante en la definición del carácter de un partido, son las estrategias y tácticas que adopta para conseguir sus objetivos en el corto, medio y largo plazo, pudiendo éstas tener una mayor o menor variabilidad (insurrección, participación electoral, desobediencia civil, huelgas, programa estratégico…)

Éstas se adoptan en función de coyunturas, capacidades, necesidades, medios y objetivos a alcanzar, etc. Cualquier lucha, como la electoral o las huelgas, son medios para conseguir unos objetivos, no fines en sí mismos ni eternos, pudiendo variar a lo largo del tiempo y las circunstancias así como combinarse varios a la vez. La experiencia práctica del movimiento obrero organizado a lo largo de todo el mundo nos da inagotables muestras de ello.

PARA FINALIZAR

Sin organización, capacidad de análisis, estructuras políticas y sociales y acción práctica, los y las trabajadoras de este país, los productores que constituimos la mayoría social de Cantabria, estamos condenados a seguir teniendo un rol subordinado y sumiso mientras se nos extrae la mayor parte de la riqueza que nosotros/as mismos/as producimos, haciendo de comparsas o carne de cañón de otros sectores sociales y poderes extranjeros para beneficio de sus intereses y concepción del mundo. Por ello la necesidad de un referente político y el debate correspondiente.




[1] Pongamos como ejemplo la actitud de PSOE, IU, ERC, EQUO, IC-V o IZAN ante la agresión imperialista a Libia.
[2] Datos extraídos del ICANE –Instituto Cántabro de Estadística–
[3] Elaboración propia a partir de datos del INE –Instituto Nacional de Estadística–
[4] Datos del Registro de Inversiones Exteriores del Ministerio de Economía y Competitividad. Madrid, además, concentra el 40% de todas las empresas extranjeras, liderando igualmente el crecimiento económico del estado en la última década. Según el informe Fortune Global 500, de 2007, Madrid ocupa el octavo lugar del mundo y el tercero de Europa en número de sedes operativas de alguna de las 500 mayores empresas del mundo, con un total de ocho. De las casi 5.000 multinacionales localizadas en el estado, 1.278 lo están en la ciudad de Madrid y algo más de 650 en su área metropolitana. Los datos del estudio muestran que estas empresas suponen en Madrid el 33,7% del empleo total generado en el conjunto estatal. Madrid concentra también cerca del 40% de la facturación total, porcentaje muy superior al de número de empresas, que es del 28%. Además, otros cuatro municipios de su área metropolitana están entre las diez principales ciudades por facturación.
[5] Elaboración propia a partir de datos del INE –Instituto Nacional de Estadística– Tenemos el dudoso honor de ser los cuartos por la cola, sólo superados por La Rioja, Baleares y Castilla y León con porcentajes más bajos.
[6] De los siete permisos, sólo uno fue concedido por el gobierno autonómico, entonces del PRC-PSOE. La actual prohibición por parte del Gobierno de Cantabria es, a efectos prácticos, inútil puesto que el gobierno central; a través del Ministerio de Industria, Energía y Turismo; sigue apostando por el fracking.

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