jueves, 25 de julio de 2013

CONSTRUYENDO...5



RESPUESTA, de Pedro, a “APUNTES CRÍTICOS”

Hola. Bueno, tras el texto de Jacobo, voy a comentar yo alguna cosilla, aunque en muchos aspectos comparto y secundo prácticamente su texto (con matices)

Primero
Lo primero a aclarar, porque parece ser que es una malinterpretación de una frase mía, es el tema de los círculos. El texto no hace ningún tipo de referencia a ello como habrás podido observar. Sí que puse alguna expresión así en el correo que te mandé. La cuestión es muy sencilla, y a lo que se ve no me expliqué bien. Simple y llanamente, de cara a presentar el proyecto o idea, pensamos ir hablando con una serie de gente. Lo único que hicimos fue “ordenarlo” si así se entiende mejor. A aquella gente que mejor se conoce, con más referencias, que sabes que es más o menos seria, etc. No es que sea un ranking donde el primero es el mejor y los demás no, es simplemente una cuestión de planificación. Quizá no estuve muy acertado con las palabras, comparaciones o expresiones, pero no es más que eso. No tiene más historia.

Segundo
Y aquí quizá sí difiera en algo con Jacobo, yo sí creo que el texto hace referencia también a “nuestra izquierda”. Precisamente porque el primer fallo está en que siempre nos hemos considerado, o la única y verdadera izquierda, o bien fuera de esa izquierda ahora liberal, cuando en realidad es la nuestra propia (la obrera y socialista en un sentido amplio, desde la socialdemocracia, hasta los anarquismos y los varios comunismos) la que en general (y dependiendo de los contextos, pero para el caso de Cantabria sí nos vale) ha mutado y basculado hacia lo que en el texto llamamos “izquierda liberal ciudadana” en sus diversas variantes. Quizá la primera cuestión está en reconocernos a nosotros mismos esto. La izquierda obrera en Cantabria está muerta (en otros sitios de Europa hay algo) y los restos que hay por ahí, que se pretenden muy revolucionarios (nuestros restos para entendernos) en parte (o totalmente) tienen muy asumidos las características con que definíamos a la izquierda liberal y, en general, no creo que pueda hablarse realmente de un movimiento político sino más bien, y en la práctica, de auténticos clubes sociales más que de otra cosa. Quizá se podría haber añadido algo así en el texto. Como también (y ahora que lo pienso) habría que mencionar la sustitución por parte de la autodenominada izquierda anticapitalista, de la clase trabajadora como sujeto político por los “movimientos sociales”, y/o un popurrí de agentes (mujeres, jóvenes, inmigrantes, gitanos, trabajadores…) reflejo precisamente de ese planteamiento ciudadanista de raíz liberal.

En cualquier caso, el texto no es cerrado, es reformable, lo único que pretendía era impulsar el debate de cara al desarrollo de una organización política socialista, cántabra y obrera, y al menos, algo de debate hay, jejeje.

Si te refieres más específicamente a los ámbitos donde hemos militado, o lo seguimos haciendo es cierto que se podría hacer mencionado algo, aunque también lo es lo que comenta Jacobo. Es complicado cuando lanzas o intentas lanzar una propuesta de este tipo partir de poner a parir a todo el mundo diciendo lo mal que lo están/estamos haciendo. De todas formas; y esto también es consecuencia del desconocimiento por tu parte puesto que no te dije nada y no podías saberlo; antes de empezar directamente todo esto, Jacobo y yo planteamos al ámbito de la izquierda cántabra-MPCL la necesidad de hacer un balance de autocrítica y cambio de rumbo. Hubo dos asambleas de ello. Tras unos meses de parón volvimos a retomarlo partiendo un poco también de lo ya hablado en esas asambleas más nuestra experiencia, sentimientos y vivencias personales y empezamos a desarrollar lo que tenemos entre manos ahora.

Aún así, tú ya sabes que hice un artículo sólo sobre esa cuestión, si quieres te le vuelvo a pasar.

Tercero
Partiendo de que lo de los círculos es una mala explicación por mi parte, estoy totalmente de acuerdo contigo en la concepción del centralismo democrático, aspecto que habría que recuperar. Bueno, de hecho en la ponencia de ABORA, más o menos incorporado dentro de un proyecto de cuaderno de formación en el que colaboraste (y aprovecho de paso para darte las gracias, aunque el cuaderno no llegó a ver la luz) hicimos una definición de asamblearismo que viene a ser básicamente lo mismo, o muy parecido.

Cuarto
Por otra parte, hablas sobre la cuestión de la concienciación de los individuos en tu texto “apuntes críticos”. Efectivamente la creación de una conciencia de clase y cántabra en una persona es un proceso complejo, interviniendo multitud de factores, entre los que sin duda destacan, al menos en muchos casos, las vivencias personales. Yo, personalmente, fue adquiriendo concienciación política no porque me diera por leer algún libro, o alguien me comiera la cabeza, sino por una serie de experiencias personales, un contexto social y político concreto, etc. Sin embargo, no concibo el proceso de concienciación de la clase obrera como un trabajo externo a ella. Precisamente al calor de las luchas obreras y del contexto social es cuando determinados elementos de la misma deciden dotarse de organizaciones estables para, con mayor eficacia, plantear la lucha por las reformas o cambios que se plantean como clase. Es así de como terminan surgiendo sindicatos, partidos, asociaciones, comités, etc. Y es desde esas mismas estructuras desde donde, en un efecto de retroalimentación, se construye o reconstituye un discurso, o una identidad sociopolítica obrera, que luego vuelve a revertir a la clase, y viceversa. No veo en este sentido, ningún tipo de contradicción. Un buen ejemplo nos lo da, no ya la historia misma del movimiento obrero en Cantabria o Europa, sino las propias dinámicas de las revueltas en Túnez o Egipto. Una (la primera) con algunas estructuras sindicales que fueron parte importante en la revuelta, y algunas partidarias, aunque muy debilitadas por la represión, que han permitido tener una mayor capacidad de control frente a otros sectores: islamistas, conservadores, liberales, etc. Y la segunda, creando nuevas estructuras políticas y sindicales donde antes era prácticamente un desierto sociopolítico desde un punto de vista de clase, aunque sin tener la misma capacidad que la primera situación. Y es precisamente esa nueva organización la que está permitiendo establecer nuevos cauces de confrontación, aglutinar una discurso político y creador de conciencia y, sobre todo, encuadrar, estructurar y crear militancia, base sin la cual, la reproducción de la identidad sociopolítica obrera se ve seriamente dañada o dificultada (como en parte sucede aquí) En este sentido, no creo para nada en el espontaneísmo. EL radicalismo del momento puede generar elementos de alta conflictividad e, incluso, momentos con una grado de conciencia sociopolítico muy lato, pero cuando viene el reflujo todo ese trabajo, sino se articularon y crearon estructuras que lo sostengan, desaparece en gran parte con el tiempo, aunque siempre pueda haber individuos más o menos aislados o limitados que pueden seguir manteniendo un nivel de concienciación relativamente alto.

Quinto
Mencionas en el texto de “apuntes críticos”:

“…Incluye el texto definiciones teóricas aceptables, desde mi humilde punto de vista marxista y de clase, sobre la caracterización de una alternativa política socialista-cántabra, la necesidad de organización, etc. Pero ese tipo de discursos, como propuestas repetidamente ensayadas, está amortizado. Si no decimos y hacemos algo más (¿nuevo?), fracasaremos, de entrada. Si sólo vamos a la gente a decirle que hay que expropiar a los expropiadores, que hay que tomar el poder y planificar la economía, que tenemos que ser soberanos e independizarnos, que hay que comprometerse, seguirán sin entendernos o, en el menos malo de los casos, sin atendernos, porque su interés y preocupación suele estar en otro sitio. …”

Entiendo que esto encaja con lo que dices en el texto “construir una alternativa cántabra y socialista”:

Algunos nos encontramos entre los que consideran que lo que hay no es suficiente o no es lo más urgente. La clave, para quienes así pensamos, está en saber descubrir los puntos en que coincidimos, si los hay, o si los desacuerdos son fundamentales; está en saber si efectivamente coincidimos en los objetivos últimos y, en qué medida, también en los intermedios y, sobre todo, en la estrategia a seguir, no sólo, para alcanzarlos, sino también para definir esos objetivos. Si no somos capaces de llegar a la gente con un solo planteamiento nuevo al respecto, parece claro que fracasaremos, ya de entrada.


Además, el camino para encontrar esos puntos de acuerdo o desacuerdo no pasa por sentarse alrededor de una mesa, los distintos colectivos u organizaciones, y ponerse a discutir las distintas opciones y consensuar, cediendo, unos más y otros menos, sino por dirigirse a la gente, sin intermediarios, y que sea la gente la que haga la depuración, la que vaya diciendo lo que hay que apoyar y lo que no. Ante todo, publicidad y transparencia. La defensa a ultranza de la mayor unidad posible no debe estar reñida con la defensa, sin ambages, de las posiciones de cada uno.

Matizaciones al respecto:

1. Nuestro texto habla de varias cuestiones fundamentales: necesidad de organización propia y autónoma de los trabajadores cántabros, disciplina, carácter socialista, liberación nacional y de clase como planteamientos centrales del partido, y necesidad de desarrollar una estrategia y táctica a corto, medio y largo plazo adaptada a los ritmos y realidad del país. Como puedes ver distinguimos claramente entre cuestiones de carácter principal, y la necesidad de trabajo en otros tiempos y adaptado a los “ritmos”. No hemos entrado a decir qué es lo que hay que hacer en esos ritmos ni a corto y medio plazo porque eso, para empezar, tenemos que ir debatiéndolo poco a poco, y porque la realidad es cambiante y habrá cuestiones, campañas, acciones, etc., que serán válidas para hoy pero igual dentro de x tiempo no sirven. De hecho me pareció que lo dejábamos claro en la última parte del texto.

2. Partiendo de lo comentado en el punto anterior, sí que entiendo que para la definición de la acción en el corto, medio y largo plazo es fundamental tener claro los planteamientos principales o centrales. Creo que hay que partir de la relación dialéctica entre acciones a corto y visión principal o a largo y medio. Uno de los problemas para mí fundamentales de muchas experiencias políticas, es no haber tenido esto claro dando lugar, o bien a un aislamiento total de la realidad en la que se encuentran, o bien a una pérdida de “norte” al confundir situación inmediata con objetivos finales, provocando la destrucción en la práctica del proyecto político original (y en parte desde luego, seguramente combinado con muchas otras cosas, esto es causa de la mutación de la izquierda obrera en la izquierda ciudadana) Esto es algo básico, la acción inmediata tiene sentido si se la dota de perspectiva a largo plazo, si no, iremos dando bandazos constantemente y no llegaremos a ningún punto, o el sitio al que se pueda llegar desde luego distará mucho, seguramente, de lo originalmente buscado.

3. Observo en personas, sobre todo del entorno del SUC (quizá porque he podido tener más relación) y de cierta edad, cómo constantemente se pregunta cómo llegar a la gente. A veces da la impresión de que es algo casi obsesivo (entiéndase esto con todo el cariño del mundo) No es que la gente que tenemos otra edad no nos preocupe eso, que claro que lo hace, sin embargo no sé si lo abordamos de otra forma, al menos por mi parte. Supongo que ese constante preguntarse parta de vuestras experiencias. Hablando concretamente del SUC y sin conocer exhaustivamente su experiencia histórica global, y por lo que sé y tengo visto, creo que a muy grandes rasgos el problema de la pérdida de influencia del SUC viene: 1º por ser un proyecto estatal que en un momento determinado se hunde (eso lo sabrás tú mejor que yo) pero que no termina (en el caso de Cantabria al menos) de creerse o desarrollar un proyecto cántabro propio, o bien de incardinarse en otro proyecto estatal 2º por ser, por tanto, incapaz de desarrollar un trabajo con perspectiva a largo plazo, 3º por refugiarse al hilo de esto en la inmediatez y en el localismo, 4º por dinámicas propias de la época como la reconversión industrial y la jubilación de muchos militantes, la pérdida de peso y prestigio de los sindicatos, y la caída de la URSS con el definitivo desmoronamiento de la izquierda obrera, 5º por acciones erróneas o mal planificadas (por ejemplo, llamar a la gente para una asamblea el miércoles para recoger carteles y pegarlos para una convocatoria del sábado de esa misma semana) 6º porque en la práctica el SUC, o mejor dicho, el núcleo duro o militante del SUC, es en general un grupo de amistad, familiar (hijos, novios/as…) Esto yo que “vengo de fuera” lo noté muchísimo, tampoco es exclusivo del SUC y, 7º para lo bueno o para lo malo, el SUC en gran medida está muy condicionado por ti. No te lo tomes a mal ni como un ataque personal, en ABORA pasaba lo mismo conmigo con el agravante de ser un grupo más pequeño y, por tanto, en lo que hiciera mal, me equivocara, se me olvidara, o si no tenía disponibilidad, la dinámica de la org. se resentía enormemente. Y en general muchas de estas cosas que digo del SUC se pueden, con sus matices, variaciones o añadidos, extrapolar a todas las orgs. de la izquierda más autopretendidamente revolucionaria.

4. La cuestión es que, y al hilo del punto anterior, mucha gente está/estamos dándole vueltas sobre el cómo llegar a la “gente”. Qué estrategias, tácticas, qué cosa “nueva” inventamos, etc. Y en mi opinión se parten de fallos fundamentales. El primero, y muy importante, y que prácticamente no oí nunca a nadie plantearse (salvo excepciones) es que para desarrollar una acción sociopolítica eficaz necesitas tener una infraestructura, una base económica y material que te permita desarrollarla. Y nadie se puso a pensar en cómo hacerlo. Sin dinero, sin financiación o apoyo económico o, al menos, mediático, estamos muy limitados/as ¿Cómo vas a llegar a la “gente” si no tienes una televisión más o menos masiva, unos medios de comunicación, un dinero que permita hacer una propaganda más o menos amplia? Por muy bien que tengas pensada la estrategia, los temas a tratar, aunque tengamos toda la razón del mundo, etc. si sólo podemos sacar 500 panfletos contra toda la capacidad, recursos y tiempo con que el capitalismo español nos machaca, nuestros márgenes son bien escasos (aunque no imposibles) Cualquier proyecto político, con su correspondiente estrategia y táctica a corto, medio y largo plazo, si no se plantea desarrollar unas vías de financiación efectivas y solventes, va a tener un problema muy serio. Segundo, personalmente no creo en “vías nuevas”. Primero porque generalmente no suelen ser tan “nuevas” y ya se probaron o están probando. Segundo, porque eso que llamamos “gente” directamente ni se molesta en las supuestas vías nuevas (que no lo son) y a la experiencia mía me remito. Tercero, porque no hay fórmulas mágicas y rápidas. Lo que funciona es lo que funciona, y qué casualidad que han sido cosas que llevan con sus variaciones décadas y décadas funcionando. Organización, disciplina, claridad en el proyecto, capacidad económica, militancia (no me estoy refiriendo al número –que también ayuda– sino al compromiso) trabajo constante, con los pies en el suelo, distinción entre planteamientos principales y pasos tácticos, agitación y propaganda, capacidad de análisis, etc. De hecho en tu mismo texto haces constantemente referencia a cosas “pasadas” como lo que acabo de decir, o el centralismo democrático, etc. Es sintomático por tanto que salgan constantemente esas cuestiones. Cuarto, porque creo que precisamente el explorar algunas de esas supuestas vías nuevas ha producido el fracaso de proyectos políticos (relajación militante, poca claridad en el proyecto, entrismo-ocultismo, indefinición y popurrís, falta de eficacia, burocratismo ultra-asambleario, inmediatismo, ultrateoricismo y poca práctica o exceso de práctica y falta de análisis, desorganización, mesianismo, eternos debates, falta de conexión con la realidad…) Eso no quiere decir, obviamente, que haya que hacer las cosas calcadas a como lo hacían en el siglo XIX, pero me parece que los planteamientos fundamentales son los que perduran y muestran su eficacia, independientemente de que haya que hacer adaptaciones a la coyuntura, cuestiones técnicas (márquetin, desarrollo informático, …) etc. Entiendo que es necesario tener una visión de trabajo a muy largo plazo, de resistencia, constancia y paciencia (con tranquilidad pero sin pausa) y, sobre todo, una visión de trabajo de hormiguita. Y, por supuesto, con mucha inteligencia.

5. Siguiendo con el tema, está la cuestión del sujeto “gente”. Muchas veces oigo “hay que llegar a la gente”. ¿Qué es la gente? ¿Nosotros no somos gente? Partimos de un concepto abstracto, que no dice nada a priori. En cierto modo es como el de “ciudadanía”. Hay que entender que las personas estamos condicionados por nuestras experiencias vitales, por nuestra situación en el modo de producción y por nuestra interpretación, comprensión y/o mediatización de la realidad en la que estamos imbuidos. En este sentido, realmente no sé a qué nos referimos con la palabra “gente”: ¿trabajadores, autónomos, personas de izquierdas, militantes de organizaciones sociales, empresarios, funcionarios? ¿Un poco de todo? La verdad es que, personalmente, necesitaría conceptos más concretos.

6. Y al hilo de eso, partiendo de lo que parece ser una propuesta más concreta tuya, me parece entender que tu planteamiento es juntarse un grupo de personas, hacer trabajo sobre unas pocas ideas básicas muy pegadas a la realidad cotidiana de la gente para ir generando una especie de “caldo de cultivo”, dinámica, o ambiente social, y cuando ese “caldo” sea lo suficientemente amplio generar un proceso de constitución con los correspondientes debates sobre los objetivos, etc. o incluso ir desarrollando esos debates al hilo del propio proceso de creación de ese “caldo”. Me parece entender que, resumidamente, es algo así. Corrígeme si me equivoco porque igual me he hecho una idea que no se corresponde con lo que querías decir. Partiendo de eso se me plantean varias cosas: lo que comentaba en el punto anterior, ¿a qué te refieres con gente? ¿militantes de diversas organizaciones digamos sociales (sindicatos, de barrio, vecinales…)? ¿trabajadores? ¿personas sin militancia?... ¿cuál sería el volumen de “gente” crítico para la creación de la organización política, 50, 100, 300, 1000? Por otra parte, ¿dónde está la novedad? Porque procesos similares se han hecho y se están haciendo y no les veo más eficaces de lo normal. Montones de “destacamentos comunistas” que esperan a que haya una mayor masa militante para constituirse en partido; o plataformas, asambleas o movimientos basadas en premisas muy básicas, etc. El MRG de Santander es un buen ejemplo, sí, logró juntar a mucha gente al principio pero fue un fracaso total. Y ¿cuál sería la diferencia con Cantabria No Se Vende? En esencia está haciendo algo parecido, juntando organizaciones de diversos ámbitos con personas sin militancia sobre unos puntos muy básicos, con mecanismos internos de debate y consenso (esto último lo digo también según lo que me comentaron ya que yo no estoy ahí) De hecho, conociendo cómo surgió el proyecto, la inspiración que tiene, y la idea a largo plazo de su promotor, si no se estanca, o se divide, lo más probable es que termine dando lugar a un proyecto político mezcla entre el municipalismo de las CUP y los planteamientos de la CHA, algo así como una especie de izquierda democrática, ecologista y con ribetes regionalistas (aunque no se defina así, pero en la práctica será una cosa de ese tipo) Claro que no soy futurólogo y las cosas pueden variar muchísimo, y pueden surgir factores y actores que modifiquen la situación, pero básicamente me parece que puedo afirmar sin riesgo a equivocarme (al menos mucho) que irían por ahí los tiros. Por otro lado, para tener una capacidad real para generar ese “caldo de cultivo” tienes que tener una auténtica organización seria que funcione como tal, y con los medios correspondientes (financieros, mediáticos, militancia, etc.) En este sentido, en la práctica ya se está creando el partido, sólo que con el hándicap de no tener ningún proyecto definido más allá de esas cuatro cosas básicas. Lo que también me lleva a la contradicción que supone desarrollar una “alternativa cántabra socialista” sin definir desde el principio lo que es “cántabro y socialista” –que en esencia creo que es lo que comentábamos en nuestro documento (apropiación de los medios de producción y organización del trabajo por la clase obrera, y poder nacional de autogestión a todos los niveles)– dejándolo para un proceso de debate en el que la “gente diga lo que es válido o no”.

7. Cuando nosotros empezamos con esta cuestión, uno de los aspectos que veíamos clave, es que necesitábamos algo que políticamente representara una opción para los y las trabajadoras desde una visión no sólo de clase sino también cántabra. En este sentido empezamos el proceso. Comento esto al hilo del, para mí, falso debate sobre la “unidad”. Obviamente todos queremos la mayor unidad posible, o contar con las máximas personas, sin embargo, la cuestión no es que nosotros planteamos el debate en torno a la necesidad de la “unidad” (entre quién, con quién y para qué) sino que lo que planteamos es la necesidad de tener un instrumento político de clase y cántabro. Los términos del debate, por tanto, pueden modificarse sustancialmente porque parten de puntos diferentes. No se trata de buscar la máxima unidad posible, sino de crear ese instrumento. Lógicamente nadie quiere que haya mil divisiones, pero por juntar a x personas más a mí, personalmente, no me parece bien tener que renunciar a una organización política de clase y cántabra. Si algo tengo bien claro es que los trabajadores tenemos que tener nuestra propia autonomía organizativa y política. Y a nivel cántabro lo mismo. A partir de ahí, y con ese objetivo-planteamiento efectivamente no tengo ningún problema. Puede ser o muy inclusivo, o muy exclusivo, según se mire. Fíjate en este texto:

“…Por consiguiente, la propiedad común de los medios de producción sólo puede llevar al 'socialismo' si es administrada por los propios productores, es decir, si la producción común se planifica democráticamente. La 'administración de cosas' no es un asunto apolítico meramente técnico, sino exige, a su vez, el control democrático. Sin embargo, tal planificación y control democráticos sólo son posibles si existe plena libertad de discusión, organización, publicación, etc.. Como ya lo señaló Rosa Luxemburgo en 1918, las conquistas de la revolución burguesa-democrática de ninguna forma pierden su importancia bajo el socialismo, sino que se hacen mucho más indispensables todavía. Desaparece la esfera 'libre de política' formada por las relaciones de mercado y la formación de la voluntad democrática cobra importancia universal. Por lo demás, algunos países del 'socialismo realmente existente' han introducido, cada vez más, relaciones de mercado en sus economías de planificación central, justamente para calmar el descontento de la población por la falta de libertad política, haciéndose, a la vez, más flexible y eficiente (especialmente Yugoeslavia y los planteamientos de una nueva economía en la Checoslovaquia del año 1968).


Pero el socialismo debe reconocer el significado y la justificación de la particularidad nacional y cultural. Debe aprender a traducir el universalismo humanista a un pluralismo humanista. Así como la resistencia y capacidad regenerativa de la naturaleza descansa sobre la mayor diversidad posible de las especies, también la fuerza y vivacidad de la humanidad depende de la pluralidad de culturas y pueblos individuales. Aun cuando la civilización industrial capitalista ha proporcionado a la humanidad tremendos progresos en la 'dominación de la naturaleza', cuya problemática tendremos que estudiar más detalladamente en el tercer punto, no debemos tampoco pasar por alto su efecto inhumano y nivelador que destruye peculiaridades nacionales a escala mundial. Esto no quiere decir que rechacemos la adopción de la ciencia y tecnologías europeas y norteamericanas, por parte de otros pueblos, pero sí exigimos su aplicación consciente respetando las necesidades concretas y peculiaridades de cada caso. La dinámica expansiva del industrialismo capitalista (que había derribado murallas chinas con sus productos de algodón baratos), descrita por Marx con tantos aplausos ambivalentes, la vemos en la actualidad con mucho más crítica y escepticismo. Es legítima la resistencia contra ese expansionismo que ha 'marginado' a la mitad del mundo. Esa resistencia no impedirá el progreso posible y razonable si, en interés de los pueblos mismos, uno se apropia, de forma selectiva y productiva, todo lo que sea 'útil', y no de lo que las metrópolis industriales prefieran exportar.

Así pues, un mundo socialista no sería precisamente uniforme y homogéneo; al contrario, no se contentaría con tolerar y respetar las particularidades nacionales, sino que realmente las estimularía. …”

Es un extracto del artículo ¿Tiene un porvenir el socialismo?” de la revista Nueva Sociedad de Septiembre-Octubre de 1.980. El autor es Iring Fetscher, miembro de la Comisión de los Valores Fundamentales, adjunta a la presidencia del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Cierto es que es de 1.980, y en otros contextos (y también como tú bien sabes el PSD Alemán fue el primero en Europa en renunciar al marxismo y el socialismo en 1.959, lo que hace más significativo, por tanto, que alguien de un órgano de la dirección escriba eso) pero esto a uno le lleva a preguntarse ¿tantos problemas habría, por tanto, para recuperar ese sentido socialista y obrero, y con una base cántabra? Bueno, a lo que se ve parece que sí, pero no tendría por qué. No se trata de hacer abstracción y derribo de todas las tendencias, corrientes o divisiones políticas en las que, a lo largo de la historia, se ha dividido el movimiento obrero (muchas de ellas producto de circunstancias muy específicas, y/o de cuestiones táctico-estratégicas que en parte hoy día ya no se producen) pero al menos sí se trata de volver a recuperar esa centralidad de la clase trabajadora y ese sentido antiimperialista-cántabro. Yo, en principio, no tendría problema en juntarme con un socialdemócrata como el de arriba, ya discutiremos las vías tácticas y estratégicas más adecuadas, pero el objetivo no es juntar a toda la “izquierda”, o a toda la “gente”, o a todos los “cantabristas”, no, es crear ese instrumento político de la clase trabajadora cántabra que sirva para la toma del poder.

Sexto
Como última anotación, quiero comentar lo de “…Hecho en falta, de siempre, entre las posiciones soberanistas e independentistas cántabras, una valoración valiente y honesta de cuál sería el precio, para los cántabros (Cantabria no dejará de ser un ente abstracto), en términos de bienestar, de igualdad de oportunidades, de desarrollo integral, de sostenibilidad, a pagar por la conquista de la libertad política colectiva…”. Parto, de entrada, del punto de que estoy de acuerdo contigo en que es necesario ir profundizando en ese aspecto. Comprenderás que de la noche a la mañana no es posible hacerlo, pero sí que es necesario ir concretando dentro de las posibilidades, y de las lógicas variables y cambiantes de la tecnología, información, cambios productivos y de consumo, etc. Ten por cuenta que hay cosas que no son tan fáciles de definir, ¿quién sabía hace 30 años de las necesidades actuales de informatización y expansión de redes de internet? Por poner un ejemplo. Pero aparte de eso, sí tengo la sensación de que siempre tengo que pasar por una especie de “examen” cada vez que sale esta cuestión. Sobre el carácter socialista, sobre la viabilidad, etc. cuestión que en ningún momento veo que se planteen a otras opciones. ¿Alguien se molestó en explicar cómo va a ser viable una sociedad socialista, sea a nivel cántabro, español o europeo? ¿Cómo se van a hacer los cálculos de los precios, la planificación de la producción, la contabilidad? ¿Cómo se van a calcular o establecer los salarios? ¿Habrá salarios? ¿Cómo se combina el centralismo inherente a la planificación, con el control democrático por parte de los trabajadores? ¿Cómo combinamos la necesaria especialización técnica con la participación obrera? ¿Cuáles son los costes de la burocracia que necesariamente va a tener que existir? ¿O realmente se cree que se puede funcionar sin unos mínimos de burocracia? ¿Cómo se haría? ¿Cómo se estructuraría políticamente y a nivel jurídico? ¿Se permitiría pluralismo político y sindical? ¿En una sociedad socialista puede haber huelgas? ¿Y los costes en defensa? ¿La ayuda exterior? ¿Con quién vamos a comerciar y en qué condiciones? Y, aparte de todo esto ¿Cómo se combina el socialismo con los nuevos “mantras” asumidos por la aplastante mayoría de la llamada “izquierda” sin ningún tipo de análisis, pero que están bien extendidos, como el decrecimiento, la denostación de lo industrial, la ultravalorización e idealización más allá de lo racional de producciones extensivas agro-ecológicas? ¿Seremos capaces de dar de comer a la gente? ¿Y qué hacemos con los tan demandados derechos de los animales, etc.? En fin, podríamos seguir así hasta el infinito. Lo que sí tengo que decir es que, aún como ya dije estando de acuerdo con que hay que ir esbozando parámetros de viabilidad y construcción de esa Cantabria independiente y socialista, tampoco no me parece normal el nivel de exigencia que se nos hace a la “nueva generación” para entendernos, máxime con gente que ya tenéis una edad. Se supone que en la primera asamblea nacional de 1.983 ICU se declara izquierda revolucionaria nacionalista, sin embargo de la gente que estuvo allí metida, posteriormente a la “implosión” no salió nada en esa clave. Ni siquiera un grupo de opinión o foro de debate. O al menos yo no tengo conocimiento. Lo cual también es significativo y da qué pensar sobre quiénes realmente se creían eso. En ese sentido, los más mayores habéis tenido 30 años para, al menos, ir “haciendo algo” en el sentido que tú hablas, o, al menos, haber concretado algunos parámetros de carácter teórico. Sin embargo nada de nada, o casi nada (salvo un libro y alguna ponencia para el PRC, ADIC y el proceso de unidad sindical de principios de los 90. Todos que yo sepa hechos por Alegría) En este sentido, otra de las cuestiones que se planteaban de cara a desarrollar un proyecto político socialista, obrero y cántabro, es precisamente para ayudar a dejar unas estructuras, una base, que sirvan de puente para las posibles nuevas generaciones y que éstas no tengan que empezar de cero, o casi de cero, como nosotros/as.


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