sábado, 8 de octubre de 2016

DRONES DE CARNE Y HUESO


Eso son los autores de los atentados de París, de Londres, de Madrid...

Drones que actúan con la tecnología más precisa y eficaz: para ellos no hay daños colaterales, no se equivocan, no bombardean por error hospitales de Médicos sin Fronteras, ni masacran invitados de bodas afganas, apuntan y disparan sobre los objetivos previamente elegidos y siempre aciertan.

Actúan con la tecnología más simple y más antigua: basta su cuerpo, sus manos, su fanática voluntad, su decisión y arrojo, su ilusión de una futura vida llena de glorias y placeres, como la que predican todas las religiones.

Actúan con la tecnología más barata: ¿Qué vale la vida de un suicida comparada con los miles, cientos de miles, más de un millón de civiles, muertos en las primera y segunda guerras de Irak, en el posterior embargo dictado por la ONU, en la guerra de Afganistán, en las guerras de Libia y Siria, en la permanente masacre de palestinos a manos de Israel?

Desde los países “civilizados” de occidente, desde sus cúpulas militares y fabricantes de armas, desde la OTAN y las coaliciones internacionales, desde sus aliados saudíes, con sus dineros, sus expertos en tácticas militares y, sobre todo, sus armas, han criado cuervos...

… y nos están sacando los ojos, a nosotros, a los ciudadanos y ciudadanas de a pie. Ellos, quienes los han criado, no los temen, porque se protegen con sofisticados medios a su alcance.

Han criado cuervos por “motivos humanitarios”, por motivos tan humanitarios como el control y usurpación de cuencas petrolíferas, la protección de oleoductos o gaseoductos, la destrucción de infraestructuras, la utilización de ilegales bombas racimo, la siembra de residuos nucleares, Todo porque, de rechazo, con sus “tormentas de desierto”, aseguran liberar a pueblos enteros, sojuzgados por sátrapas sin escrúpulos, que nada saben de los sacrosantos derechos humanos de nuestros países “civilizados”.

Drones de carne y hueso que siembran el desconcierto de los expertos porque, como verdaderas hidras de siete cabezas, nacen y renacen, donde quiera que puedan producir terror y derramar sangre inocente.

Y, ante estos monstruos, ahí están los de siempre, ¡Unidad, unidad! campaña electoral, fotos de políticos, apretones de manos, lágrimas de cocodrilo, cerrar fronteras, inundar las calles de armas y uniformes, fomentar islamofobia, ... combatir los efectos sin atacar las causas, meternos miedo, fomentar el odio. ¿Cómo van a atacar las causas si ellos mismos son la causa?

Es hora de salir a la calle, masivamente, exigiendo que se acaben las guerras, que se deje de vender armas a quienes las utilizan para masacrar a la población, que se corten las vías de financiación de esos movimientos sanguinarios. Es hora de desenmascarar tanto cinismo. Es hora de buscar esa unidad por abajo, de desconfiar de poses electoralistas de los políticos, de rechazar todo protagonismo partidista, de exigir que se vaya al fondo de la cuestión y se obre en consecuencia. Es hora de empezar, de reivindicar nuestro protagonismo, el de la gente sencilla, el de la mayoría de la población que no quiere vivir atenazada por el miedo, que quiere vivir en paz.

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