Demagogias aparte, ¡claro
que ser limpio puede resultar caro! En la mayoría de los casos, los
solares abandonados, de propiedad privada, no se limpian porque
cuesta dinero mantenerlos limpios. Pero es obligación de los
propietarios su mantenimiento, y responsabilidad del Ayuntamiento
exigir que los solares se limpien o, subsidiariamente, hacerlo
directamente, pasando luego la factura al dueño.
La iniciativa llamada
“Espacio Argumosa” pude tener muchas lecturas.
Por supuesto que, a los
ojos de la ex-alcaldesa Blanca Rosa, puede tener muchos aspectos
denunciables. Pero, sobre todo, uno: es una ocupación ilegal de una
propiedad privada, de cuyos intereses ella se constituyó en
defensora, facilitando el derribo del edificio que ocupaba el solar,
cuando su ruina no era inminente. Se trataba de una operación
inmobiliaria, en los tiempos de la burbuja, que luego quedó en un
montón de ortigas y basura. Todas las demás “irregularidades”
que ella denuncia no son más que tapaderas de unos intereses de
fondo: los del dueño del solar.
Habrá quienes apelen a
la “sacrosanta” propiedad privada, como único argumento para
criticar la iniciativa. Son los que siempre han denostado al
movimiento ocupa cuando reivindica el carácter social de la
propiedad que hasta la propia Constitución consagra.
Y habrá quienes saluden
la iniciativa, al provenir de un colectivo, mayoritariamente joven,
que, en contra de lo que muchos piensan, demuestra que no sólo sabe
decir no y protestar, sino que es capaz de trabajar para llevar a
cabo sus ideas y proyectos.
De cualquier manera,
hablar de sanciones a este colectivo por esa acción parece ridículo
en una Torrelavega carente de espacios apropiados para que los
jóvenes desarrollen las iniciativas que le son propias.
Pero no nos engañemos.
Lo que parece una anécdota tiene mayor alcance. Aquí, o hay
ocupación ilegal para poner un bien privado al servicio de la
comunidad, o hay negociación con el propietario a cambio de algo. Si
es esto último, es un insulto al movimiento ocupa y sólo un
simulacro propagandístico de ocupación. Pero, lo que de ninguna de
las maneras se puede pretender es que al dueño se le exima de sus
obligaciones y, menos aún, de pagar la contribución, se le
compense con otros beneficios o, lo que es lo mismo, que su desidia
la paguemos todos. ¿Estamos perdiendo el norte?
Ójala! el espacio
adecentado cumpla, por mucho tiempo, la misión que sus promotores le
han asignado y sobreviva a la foto y entusiasmo inicial.
Pero no juguemos con los
conceptos. Una cosa es la originalidad de iniciativas como esta, y
otra el sentido común. Si hay quien “generosamente” regala su
trabajo a un dueño especulador e irresponsable, que lo haga por su
cuenta, pero que no nos obligue a todos los demás a compensarle.
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