Hace poco pronostiqué
que iba a haber nuevas elecciones. Era una especie de provocación,
viendo el panorama que se nos presentaba, después de las elecciones
del 26J y de la parsimonia con que Rajoy se estaba tomando el asunto.
Creo que los acontecimientos me van a dar la razón. Rajoy se toma
las cosas con su habitual calma chicha, el PSOE oficialmente calla
(aunque cacareen algunos gallos por ahí) y Ciudadnos trata de
hacer valer desesperadamente su poco peso para no perderlo del todo.
Nadie dice querer nuevas
elecciones pero, como van descubriendo sesudos opinadores más
expertos que yo, lo que está sobre la mesa es la cuadratura del
círculo: ni elecciones, ni gobierno del PP, ni otra alternativa.
Todo, al mismo tiempo, es imposible. Pero la campaña electoral, que
dura ya un año, continúa. Ahora, estar de campaña, se le llama
postureo, aparentar, prometer, decir generalidades, engatusar. Y los
votantes, como si nada, lo aguantamos todo. Hablan del bien general
pero sólo piensan en su propio interés. La historia viene de lejos
y, por eso, se ha llegado a instalar en la conciencia general, de tal
forma, que nos parece algo natural que así sea.
Va a haber nuevas
elecciones porque a Rajoy le interesa. Y no es que el Presidente en
funciones se distinga por su parsimonia, que también. Se trata, sin
duda, de una estrategia bien pensada. Rajoy no sabe dialogar. Lo ha
demostrado en los cuatro años en que ha gobernado. Además, tiene
poco margen para negociar: quizás algo de la Ley Mordaza o de la Ley
Vert. La Ley Electoral ni tocarla porque le restaría mucho poder. Y
de los temas económicos, los más importantes, nada, porque la
política que ha desarrollado en ese tema le ha venido dictada desde
Bruselas y él se ha preocupado muy mucho de demostrar que es un
político sumiso, obediente y cumplidor.
Además, le interesa,
porque cuenta con que haya más abstención, porque confía en la
fidelidad de su electorado más adicto y en recuperar los votantes
que se le fueron a Ciudadanos. Y porque se frota las manos viendo el
sarao que tiene el PSOE dentro de su propia casa. Mantiene sus votos
(o, incluso, gana algunos), PSOE y Ciudadanos pierden parte de los
suyos que van a la abstención, y el PP gana en % y, por lo tanto, en
escaños. Y, aunque no llegue a la mayoría absoluta, quedará en
mejores condiciones para negociar (imponer) su nuevo gobierno y una
mejor gobernabilidad.
Y es que, la razón de
existir de Ciudadanos, poco a poco, irá desapareciendo. Entre el
sucedáneo y el original, los votantes de derechas preferirán el
original. Y el PSOE, por mucho que se harten de repetirlo, no es la
alternativa al PP. Porque no lo son sus políticas. Han sido
igualmente sumisos a Europa, modificar el artículo 135 de la
Constitución fue obra de ellos, iniciaron las Reformas Laborales que
abrieron las puertas a la precariedad, congelaron las pensiones y
endurecieron los requisitos para llegar a tener derecho a ellas, la
Ley Mordaza viene de la ley socialista de la patada en la puerta (Ley
Cocuera)... Veremos cómo, en las medidas más importantes que
proponga el PP, votarán a favor. No se opondrán. La gobernabilidad
futura no es lo que preocupa a Rajoy. La tiene asegurada, no nos
engañemos.
Dicen que si no hay nuevo
gobierno a tiempo y hay que prorrogar los actuales presupuestos que
nos vendrán muchos males, entre otros, que no nos subirán las
pensiones a los jubilados, Si es por los tres euros mensuales, que a
mí me corresponderían, en caso de que el PP pudiera gobernar y
aplicara la subida del 0,25% que tiene prevista, por mí que se los
queden, y que haya nuevas elecciones, si es que, así, se puede
impedir que gobiernen los mismos. Pero no nos cucará esa mandarina.
La farsa continúa. Esta batalla la hemos perdido. La guerra sigue.
Ha llegado el momento de
mirar al futuro y de empezar a pensar en cómo se puede cambiar esta
situación, aunque sea haciendo planes a medio plazo, a pensar en
cómo abrir paso a una nueva forma real de hacer política, siendo
muy críticos con todo lo que se nos proponga.
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